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2 Reyes 6:33 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

33 No había terminado de hablar cuando el mensajero llegó y dijo: ―Esta desgracia viene del Señor; ¿qué más se puede esperar de él?

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

33 Aún estaba él hablando con ellos, y he aquí el mensajero que descendía a él; y dijo: Ciertamente este mal de Jehová viene. ¿Para qué he de esperar más a Jehová?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

33 Mientras Eliseo decía esto, el mensajero llegó, y el rey dijo: —¡Todo este sufrimiento viene del Señor! ¿Por qué seguiré esperando al Señor?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

33 Todavía estaba hablando Eliseo con ellos cuando llegó a la casa el rey: 'Esta desgracia viene de Yavé, dijo, ¿qué puedo ya esperar de Yavé?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

33 Aún hablaba con ellos, cuando he aquí el mensajero° bajaba a él, y dijo: Reconozco que esta desgracia es de parte de YHVH. ¿Qué más podría esperar de parte de YHVH?°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

33 Estaba aún hablando con ellos cuando bajó el rey y le dijo: 'Ciertamente esta desgracia viene de Yahveh. ¿Qué puedo yo esperar ya de Yahveh?'.

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2 Reyes 6:33
32 Referans Kwoze  

―Este castigo es más de lo que puedo soportar —le dijo Caín al Señor—.


―¡Ay! —exclamó el rey de Israel—. ¡El Señor ha reunido a tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas!


Eliseo contestó: ―Oíd la palabra del Señor, que dice así: “Mañana a estas horas, a la entrada de Samaria, podrá comprarse una medida de flor de harina con una sola moneda de plata, y hasta una doble medida de cebada por el mismo precio”.


Pero extiende la mano y quítale todo lo que posee, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!


Entonces dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!»


¿Por qué desatas tu enojo contra Dios y das rienda suelta a tu lengua?


Pero extiende la mano y hiérelo, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!


Su esposa le reprochó: ―¿Todavía mantienes firme tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete!


Pon tu esperanza en el Señor; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el Señor!


Guarda silencio ante el Señor, y espera en él con paciencia; no te irrites ante el éxito de otros, de los que maquinan planes malvados.


Porque los impíos serán exterminados, pero los que esperan en el Señor heredarán la tierra.


Solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi esperanza.


La necedad del hombre le hace perder el rumbo, y para colmo su corazón se irrita contra el Señor.


Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía.


¿Quién de entre vosotros teme al Señor y obedece la voz de su siervo? Aunque camine en la oscuridad, y sin un rayo de luz, que confíe en el nombre del Señor y dependa de su Dios.


El Señor ha escondido su rostro del pueblo de Jacob, pero yo esperaré en él, pues en él tengo puesta mi esperanza.


Vosotros os enfureceréis cuando, angustiados y hambrientos, vaguéis por la tierra. Levantando los ojos al cielo, maldeciréis a vuestro rey y a vuestro Dios,


»No andes con pies descalzos, que te lastimas, ni dejes que la garganta se te reseque. Pero tú insistes: “¡No tengo remedio! Amo a dioses extraños, y tras ellos me iré”.


¿Quién puede anunciar algo y hacerlo realidad sin que el Señor dé la orden?


¿Por qué habría de quejarse en vida quien es castigado por sus pecados?


»Hijo de hombre, diles a los israelitas: “Vosotros decís: ‘Nuestras rebeliones y nuestros pecados pesan sobre nosotros, y nos estamos consumiendo en vida. ¿Cómo podremos vivir?’ ”


¿Se toca la trompeta en la ciudad sin que el pueblo se alarme? ¿Ocurrirá en la ciudad alguna desgracia que el Señor no haya provocado?


Pues la visión se realizará en el tiempo señalado; marcha hacia su cumplimiento, y no dejará de cumplirse. Aunque parezca tardar, espérala; porque sin falta vendrá.


Jesús contó una parábola a sus discípulos para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse.


para que Satanás no se aproveche de nosotros, pues no ignoramos sus artimañas.


Más bien debierais perdonarlo y consolarlo para que no sea consumido por la excesiva tristeza.


Saúl le dijo a su escudero: «Saca la espada y mátame, no sea que lo hagan esos incircuncisos cuando lleguen, y se diviertan a costa mía». Pero el escudero estaba tan asustado que no quiso hacerlo, de modo que Saúl mismo tomó su espada y se dejó caer sobre ella.


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