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1 Tesalonicenses 2:19 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

19 En resumidas cuentas, ¿cuál es nuestra esperanza, alegría o motivo de orgullo delante de nuestro Señor Jesús para cuando él venga? ¿Quién más sino vosotros?

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Biblia Reina Valera 1960

19 Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Después de todo, ¿qué es lo que nos da esperanza y alegría?, ¿y cuál será nuestra orgullosa recompensa y corona al estar delante del Señor Jesús cuando él regrese? ¡Son ustedes!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 En efecto, ¿quién sino ustedes es nuestra esperanza, nuestra alegría y la corona de la que nos sentiremos orgullosos ante Jesús, nuestro Señor, cuando venga?

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o regocijo, o corona en que nos gloriamos? ¿No lo sois vosotros mismos delante de nuestro Señor Jesús° al tiempo de su advenimiento?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Porque, ¿cuál es nuestra esperanza o alegría o corona de gloria de que sentirnos orgullosos ante nuestro Señor Jesús en su parusía, sino vosotros mismos? Sí, vosotros sois nuestra gloria y nuestra alegría.

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1 Tesalonicenses 2:19
35 Referans Kwoze  

La mujer ejemplar es corona de su esposo; la desvergonzada es carcoma en los huesos.


El rey se complace en los labios honestos; aprecia a quien habla con verdad.


La corona del anciano son sus nietos; el orgullo de los hijos son sus padres.


te pondrá en la cabeza una hermosa diadema; te obsequiará con una bella corona».


Serás en la mano del Señor como una corona esplendorosa, ¡como una diadema real en la palma de tu Dios!


Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada persona según lo que haya hecho.


Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.


―Si quiero que él permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti, qué? Tú sígueme.


Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; después, cuando él venga, los que le pertenecen.


Por lo tanto, no juzguéis nada antes de tiempo; esperad hasta que venga el Señor. Él sacará a la luz lo que está oculto en la oscuridad y pondrá al descubierto las intenciones de cada corazón. Entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda.


así como ya nos habéis comprendido en parte, que podéis sentiros orgullosos de nosotros como también nosotros nos sentiremos orgullosos de vosotros en el día del Señor Jesús.


manteniendo en alto la palabra de vida. Así en el día de Cristo me sentiré satisfecho de no haber corrido ni trabajado en vano.


Por lo tanto, queridos hermanos míos, a quienes amo y tanto añoro, vosotros que sois mi alegría y mi corona, manteneos así, firmes en el Señor.


Sí, vosotros sois nuestro orgullo y alegría.


Que os fortalezca interiormente para que, cuando nuestro Señor Jesús venga con todos sus santos, vuestra santidad sea intachable delante de nuestro Dios y Padre.


Conforme a lo dicho por el Señor, afirmamos que nosotros, los que estemos vivos y hayamos quedado hasta la venida del Señor, de ninguna manera nos adelantaremos a los que hayan muerto.


Que Dios mismo, el Dios de paz, os santifique por completo, y conserve todo vuestro ser —espíritu, alma y cuerpo— irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo.


Así que nos sentimos orgullosos de vosotros ante las iglesias de Dios por la perseverancia y la fe que mostráis al soportar toda clase de persecuciones y sufrimientos.


Y a vosotros que sufrís, os dará descanso, lo mismo que a nosotros. Esto sucederá cuando el Señor Jesús se manifieste desde el cielo entre llamas de fuego, con sus poderosos ángeles,


Ahora bien, hermanos, en cuanto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, os pedimos que


mientras aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.


Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo espera el agricultor a que la tierra dé su precioso fruto y con qué paciencia aguarda las temporadas de lluvia.


Así también vosotros, manteneos firmes y aguardad con paciencia la venida del Señor, que ya se acerca.


Así, cuando aparezca el Pastor supremo, recibiréis la inmarcesible corona de gloria.


Cuando os dimos a conocer la venida de nuestro Señor Jesucristo en todo su poder, no estábamos siguiendo sutiles cuentos supersticiosos, sino dando testimonio de su grandeza, que vimos con nuestros propios ojos.


«¿Qué hubo de esa promesa de su venida? Nuestros padres murieron, y nada ha cambiado desde el principio de la creación».


Y ahora, queridos hijos, permanezcamos en él para que, cuando se manifieste, podamos presentarnos ante él confiadamente, seguros de no ser avergonzados en su venida.


¡Al único Dios, nuestro Salvador, que puede guardaros para que no caigáis y presentaros sin tacha y con gran alegría ante su gloriosa presencia,


¡Mirad que viene en las nubes! Y todos le verán con sus propios ojos, incluso quienes le traspasaron; y por él harán lamentación todos los pueblos de la tierra. ¡Así será! Amén.


«¡Mirad que vengo pronto! Traigo conmigo mi recompensa, y le pagaré a cada uno según lo que haya hecho.


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