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1 Samuel 22:17 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

17 De inmediato el rey ordenó a los guardias que lo acompañaban: ―¡Matad a los sacerdotes del Señor, que ellos también se han puesto de parte de David! Sabían que estaba huyendo, y sin embargo no me lo dijeron. Pero los oficiales del rey no se atrevieron a levantar la mano en contra de los sacerdotes del Señor.

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Biblia Reina Valera 1960

17 Entonces dijo el rey a la gente de su guardia que estaba alrededor de él: Volveos y matad a los sacerdotes de Jehová; porque también la mano de ellos está con David, pues sabiendo ellos que huía, no me lo descubrieron. Pero los siervos del rey no quisieron extender sus manos para matar a los sacerdotes de Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Y le ordenó a su escolta: —¡Maten a estos sacerdotes del Señor, porque son aliados de David y conspiradores con él! ¡Ellos sabían que él huía de mí, pero no me lo dijeron! Pero los hombres de Saúl se negaron a matar a los sacerdotes del Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 Luego el rey dijo a los soldados que estaban a su alrededor: 'Adelante, den muerte a los sacerdotes de Yavé porque ellos también apoyan a David. Sabían que estaba huyendo de mí y no me lo dijeron'. Pero los servidores del rey no quisieron herir a los sacerdotes de Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 Y el rey dijo a los guardias que estaban en torno suyo: ¡Volveos y matad a los sacerdotes de YHVH, por cuanto la mano de ellos también está con David, porque sabiendo que huía, no me lo dijeron! Pero los siervos del rey no quisieron extender la mano sobre los sacerdotes de YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 Luego ordenó a la guardia que estaban a su lado: 'Cercad a los sacerdotes de Yahveh y dadles muerte, pues también ellos han tendido la mano a David; porque aun sabiendo que él era fugitivo, no me lo avisaron'. Pero los servidores del rey no quisieron extender sus manos para herir a los sacerdotes de Yahveh.

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1 Samuel 22:17
15 Referans Kwoze  

Pasado algún tiempo, Absalón consiguió carros de combate, algunos caballos y una escolta de cincuenta soldados.


Adonías, cuya madre fue Jaguit, se llenó de ambición y dijo: «¡Yo voy a ser rey!» Por lo tanto, consiguió carros de combate, caballos y cincuenta guardias de escolta.


Para reemplazarlos, el rey Roboán mandó hacer escudos de bronce y los puso al cuidado de los jefes de la guardia que custodiaba la entrada del palacio real.


Como Jezabel estaba acabando con los profetas del Señor, Abdías había tomado a cien de ellos y los había escondido en dos cuevas, cincuenta en cada una, y les había dado de comer y de beber.


Así que tan pronto como terminó de ofrecer el holocausto, Jehú ordenó a los guardias y oficiales: «¡Entrad y matadlos! ¡Que no escape nadie!» Y los mataron a filo de espada y los echaron fuera. Luego los guardias y los oficiales entraron en el santuario del templo de Baal,


Sin embargo, las parteras temían a Dios, así que no siguieron las órdenes del rey de Egipto, sino que dejaron con vida a los varones.


Pero Pedro y Juan replicaron: ―¿Es justo delante de Dios obedeceros a vosotros en vez de obedecerlo a él? ¡Juzgadlo vosotros mismos!


Los soldados le replicaron: ―¡Cómo va a morir Jonatán, siendo que le ha dado esta gran victoria a Israel! ¡Jamás! Tan cierto como que el Señor vive, que ni un pelo de su cabeza caerá al suelo, pues con la ayuda de Dios hizo esta proeza. Así libraron a Jonatán de la muerte.


En efecto, se acerca el día en que acabaré con tu poder y con el de tu familia; ninguno de tus descendientes llegará a viejo.


Por toda respuesta, Saúl le arrojó su lanza para herirlo. Así Jonatán se convenció de que su padre estaba decidido a matar a David.


―¿Por qué tú y el hijo de Isaí conspiráis contra mí? —le preguntó Saúl—. Le diste comida y una espada. También consultaste a Dios por él para que se subleve y me aceche, como en realidad está pasando.


―¡Te llegó la hora, Ajimélec! —replicó el rey—. ¡Y no solo a ti, sino a toda tu familia!


Piensa tú bien lo que debes hacer, pues la ruina está a punto de caer sobre nuestro amo y sobre toda su familia. Tiene tan mal genio que ni hablar se puede con él».


Les explicó: ―Así es cómo el rey va a gobernaros: Os quitará a vuestros hijos para que se hagan cargo de los carros militares y de la caballería, y para que le abran paso al carro real.


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