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1 Samuel 20:31 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

31 Mientras el hijo de Isaí viva en esta tierra, ¡ni tú ni tu reino estaréis seguros! Así que manda a buscarlo, y tráemelo, pues está condenado a morir.

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Biblia Reina Valera 1960

31 Porque todo el tiempo que el hijo de Isaí viviere sobre la tierra, ni tú estarás firme, ni tu reino. Envía pues, ahora, y tráemelo, porque ha de morir.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 Mientras ese hijo de Isaí esté vivo, jamás serás rey. ¡Ahora ve y búscalo para que lo mate!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 Mientras el hijo de Jesé esté en este mundo no habrá paz ni para ti ni para tu reino. Manda pues a buscarlo porque merece la muerte'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 Porque mientras el hijo de Isaí viva sobre la tierra, no estarás seguro ni tú ni tu reino. Por tanto, ¡haz que lo traigan ante mi presencia, pues merece morir!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 Porque mientras viva el hijo de Jesé sobre la tierra, tú no estarás seguro, ni tampoco tu reino. Manda, pues, traérmelo ahora mismo, porque es reo de muerte'.

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1 Samuel 20:31
9 Referans Kwoze  

Tan grande fue el enojo de David contra aquel hombre, que le respondió a Natán: ―¡Tan cierto como que el Señor vive, que quien hizo esto merece la muerte!


No hay nadie en mi familia paterna que no merezca la muerte en presencia de mi señor el rey. A pesar de eso, mi señor el rey le concedió a este tu siervo comer a la mesa real. ¿Qué derecho tengo de pedirle algo más al rey?


Que lleguen a tu presencia los gemidos de los cautivos, y por la fuerza de tu brazo salva a los condenados a muerte.


Saúl le hizo caso a Jonatán, y exclamó: ―Tan cierto como que el Señor vive, te juro que David no morirá.


Al oír esto, Saúl se enfureció con Jonatán. ―¡Hijo de mala madre! —exclamó—. ¿Crees que no sé que eres muy amigo del hijo de Isaí, para vergüenza tuya y de tu desgraciada madre?


Ya que en presencia del Señor has hecho un pacto conmigo, que soy tu servidor, te ruego que me seas leal. Si me consideras culpable, no hace falta que me entregues a tu padre; ¡mátame tú mismo!


«No tengas miedo —le dijo—, que mi padre no podrá atraparte. Tú vas a ser el rey de Israel, y yo seré tu segundo. Esto, hasta mi padre lo sabe».


¡Lo que has hecho no tiene nombre! Tan cierto como que el Señor vive, que vosotros merecéis la muerte por no haber protegido a vuestro rey, el ungido del Señor. A ver, ¿dónde están la lanza del rey y el jarro de agua que estaban a su cabecera?


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