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1 Reyes 22:34 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

34 Sin embargo, alguien disparó su arco al azar e hirió al rey de Israel entre las piezas de su armadura. El rey le ordenó al que conducía su carro: «Da la vuelta y sácame del campo de batalla, pues me han herido».

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Biblia Reina Valera 1960

34 Y un hombre disparó su arco a la ventura e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura, por lo que dijo él a su cochero: Da la vuelta, y sácame del campo, pues estoy herido.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 Sin embargo, un soldado arameo disparó una flecha al azar hacia las tropas israelitas e hirió al rey de Israel entre las uniones de su armadura. «¡Da la vuelta y sácame de aquí! —dijo Acab entre quejas y gemidos al conductor de su carro—. ¡Estoy gravemente herido!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 En ese preciso instante, un soldado disparó con su arco sin saber a quién e hirió al rey de Israel entre las correas y la coraza. El rey dijo al conductor de su carro: 'Da media vuelta y sácame de la pelea, porque estoy herido'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 Y un hombre tiró con su arco a la ventura, e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura, por lo que dijo a su auriga: ¡Da vuelta y sácame del campamento, porque estoy herido!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 Un hombre disparó al azar su arco e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la coraza. El rey dijo entonces a su auriga: 'Da la vuelta y sácame del campo de batalla, porque estoy herido'.

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1 Reyes 22:34
11 Referans Kwoze  

Además, desde Jerusalén llevó Absalón a doscientos invitados, los cuales lo acompañaron de buena fe y sin sospechar nada.


Ante esto, Micaías respondió: ―Vi a todo Israel esparcido por las colinas, como ovejas sin pastor. Y el Señor dijo: “Esta gente no tiene amo. ¡Que cada cual se vaya a su casa en paz!”


Entonces los capitanes de los carros vieron que no era el rey de Israel, y dejaron de perseguirlo.


Todo el día arreció la batalla, y al rey se le mantuvo de pie en su carro, frente a los sirios. Pero la sangre de su herida no dejaba de correr por la plataforma del carro, y esa misma tarde Acab murió.


Pero Jehú, que ya había tensado su arco, le disparó a Jorán por la espalda, y la flecha le atravesó el corazón. Jorán se desplomó en el carro,


Pero el rey de Siria les había ordenado a sus capitanes de los carros de combate: «No luchéis contra nadie, grande o pequeño, salvo contra el rey de Israel».


Como los arqueros le dispararon, el rey Josías les dijo a sus siervos: «Sacadme de aquí, porque estoy gravemente herido».


¿Quién puede anunciar algo y hacerlo realidad sin que el Señor dé la orden?


Por lo que a mí toca, te demoleré a golpes, te destruiré por tus pecados.


Llevaban coraza como de hierro, y el ruido de sus alas se escuchaba como el estruendo de carros de muchos caballos que se lanzan a la batalla.


Metiendo la mano en su bolsa sacó una piedra, y con la honda se la lanzó al filisteo, hiriéndolo en la frente. Con la piedra incrustada entre ceja y ceja, el filisteo cayó de bruces al suelo.


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