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1 Reyes 21:4 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

4 Acab se fue a su casa deprimido y malhumorado porque Nabot el jezrelita le había dicho: «No puedo cederte lo que heredé de mis antepasados». De modo que se acostó de cara a la pared, y no quiso comer.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Y vino Acab a su casa triste y enojado, por la palabra que Nabot de Jezreel le había respondido, diciendo: No te daré la heredad de mis padres. Y se acostó en su cama, y volvió su rostro, y no comió.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Entonces Acab regresó a su casa enojado y de mal humor por la respuesta de Nabot, y se acostó de cara a la pared y no quiso comer.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Ajab volvió a su casa descorazonado y muy enojado por esa respuesta de Nabot de Jezrael: 'No cederé la herencia de mis padres'. Se acostó en su cama, volvió la cara para la pared y no quería comer.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Y Acab se fue a su casa decaído y enfadado a causa de las palabras que le había hablado Nabot jezreelita, pues él le había dicho: ¡No te daré la heredad de mis padres! Y se acostó en su cama, volvió su rostro y no quiso comer pan.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Ajab entró en su casa triste e irritado por la respuesta que le había dado Nabot de Yizreel, al decirle: 'No te entregaré la heredad de mis padres'. Se acostó en su lecho, volvió el rostro hacia la pared y no quiso comer.

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1 Reyes 21:4
21 Referans Kwoze  

Pero, como Tamar era virgen, Amnón se enfermó de angustia al pensar que le sería muy difícil llevar a cabo sus intenciones con su hermana.


Jonadab le preguntó a Amnón: ―¿Cómo es que tú, todo un príncipe, te ves cada día peor? ¿Por qué no me cuentas lo que te pasa? ―Es que estoy muy enamorado de mi hermana Tamar —respondió Amnón.


Entonces el rey de Israel, deprimido y malhumorado, volvió a su palacio en Samaria.


Un tiempo después sucedió lo siguiente: Nabot el jezrelita tenía un viñedo en Jezrel, el cual colindaba con el palacio de Acab, rey de Samaria.


Pero Nabot le respondió: ―¡El Señor me libre de venderte lo que heredé de mis antepasados!


Su esposa Jezabel entró y le preguntó: ―¿Por qué estás tan deprimido que ni comer quieres?


Pero todo esto no significa nada para mí, mientras vea a ese judío Mardoqueo sentado a la puerta del rey.


El resentimiento mata a los necios; la envidia mata a los insensatos.


Vale más lo visible que lo imaginario. Y también esto es absurdo; ¡es correr tras el viento!


Pero esto disgustó mucho a Jonás, y le hizo enfurecerse.


―¿Tienes razón de enfurecerte tanto? —le respondió el Señor.


Al salir el sol, Dios dispuso un viento oriental abrasador. Además, el sol hería a Jonás en la cabeza, de modo que este desfallecía. Con deseos de morirse, exclamó: «¡Prefiero morir que seguir viviendo!»


Pero Dios le dijo a Jonás: ―¿Tienes razón de enfurecerte tanto por la planta? ―¡Claro que la tengo! —le respondió—. ¡Me muero de rabia!


Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos le arrastran y seducen.


Pero Saúl se negó a comer. Sin embargo, sus oficiales insistieron al igual que la mujer, y por fin consintió. Se levantó del suelo y tomó asiento.


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