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1 Reyes 20:31 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

31 Entonces sus funcionarios le dijeron: «Hemos oído decir que los reyes del linaje de Israel son compasivos. Rindámonos ante el rey de Israel y pidámosle perdón. Tal vez te perdone la vida».

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

31 Entonces sus siervos le dijeron: He aquí, hemos oído de los reyes de la casa de Israel, que son reyes clementes; pongamos, pues, ahora cilicio en nuestros lomos, y sogas en nuestros cuellos, y salgamos al rey de Israel, a ver si por ventura te salva la vida.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 Los oficiales de Ben-adad le dijeron: «Hemos oído, señor, que los reyes de Israel son compasivos. Entonces pongámonos tela áspera alrededor de la cintura y sogas en la cabeza en señal de humillación, y rindámonos ante el rey de Israel. Tal vez así le perdone la vida».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 Sus servidores le dijeron: 'Hemos oído decir que los reyes de Israel son reyes generosos, permítenos que nos pongamos sacos en la cintura y cuerdas en nuestro cuello y así iremos a ver al rey de Israel; a lo mejor te perdona la vida'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 Entonces sus siervos le dijeron: He aquí, hemos oído que los reyes de la casa de Israel son reyes clementes. Te rogamos, permítenos ahora ceñir cilicio sobre nuestros lomos, y ponernos sogas al cuello, y salir al rey de Israel; quizás te conceda la vida.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 Dijéronle sus servidores: 'Mira: hemos oído decir que los reyes de la casa de Israel son benignos. Pongámonos sacos en la cintura y sogas en la cabeza y salgamos así hacia el rey de Israel. Quizá permita que sigas con vida'.

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1 Reyes 20:31
21 Referans Kwoze  

Y Jacob se rasgó las vestiduras y se vistió de luto, y por mucho tiempo hizo duelo por su hijo.


Por eso mandó traer a una mujer muy astuta, la cual vivía en Tecoa, y le dijo: ―Quiero que te vistas de luto, y que no te eches perfume, sino que finjas estar de duelo, como si llevaras mucho tiempo llorando la muerte de alguien.


David ordenó a Joab y a todos los que estaban con él: «Rasgaos las vestiduras, vestíos de luto, y haced duelo por Abner». El rey David en persona marchó detrás del féretro,


Por otra parte, los funcionarios del rey de Siria le aconsejaron: «Los dioses de los israelitas son dioses de las montañas. Por eso son demasiado fuertes para nosotros. Pero, si peleamos contra ellos en las llanuras, sin duda los venceremos.


Se presentaron entonces ante el rey de Israel, se rindieron ante él y le rogaron: ―Tu siervo Ben Adad dice: “Por favor, perdóname la vida”. ―¿Todavía está vivo? —preguntó el rey—. ¡Pero si es mi hermano!


Entonces sus criados se le acercaron para aconsejarle: «Señor, si el profeta te hubiera mandado hacer algo complicado, ¿no le habrías hecho caso? ¡Con más razón si lo único que te dice es que te zambullas, y así quedarás limpio!»


No ganamos nada con entrar en la ciudad. Allí nos moriremos de hambre con todos los demás, pero, si nos quedamos aquí, nos sucederá lo mismo. Vayamos, pues, al campamento de los sirios, para rendirnos. Si nos perdonan la vida, viviremos; y, si nos matan, de todos modos moriremos.


«Ve y reúne a todos los judíos que están en Susa, para que ayunen por mí. Durante tres días no comáis ni bebáis, ni de día ni de noche. Yo, por mi parte, ayunaré con mis doncellas al igual que vosotros. Cuando cumpla con esto, me presentaré ante el rey, por más que vaya en contra de la ley. ¡Y, si perezco, que perezca!»


―¡Una cosa por la otra! —replicó Satanás—. Con tal de salvar la vida, el hombre da todo lo que tiene.


cuando me visto de luto, soy objeto de burlas.


La misericordia y la verdad sostienen al rey; su trono se afirma en la misericordia.


El trono se fundará en la lealtad, y un descendiente de David reinará sobre él con fidelidad: será un juez celoso del derecho y ansioso de hacer justicia.


En aquel día el Señor, el Señor Todopoderoso, los llamó a llorar y a lamentarse, a raparse la cabeza y a hacer duelo.


Cuando el rey Ezequías escuchó esto, se rasgó las vestiduras, se vistió de luto y fue al templo del Señor.


No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Temed más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno.


Por mi parte, yo encargaré a mis dos testigos que, vestidos de luto, profeticen durante mil doscientos sesenta días».


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