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1 Reyes 12:28 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

28 Después de buscar consejo, el rey hizo dos becerros de oro, y le dijo al pueblo: «¡Israelitas, no es necesario que sigáis subiendo a Jerusalén! Aquí están vuestros dioses, que os sacaron de Egipto».

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Biblia Reina Valera 1960

28 Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

28 Entonces, siguiendo la recomendación de sus consejeros, el rey hizo dos becerros de oro. Después dijo a la gente: «Para ustedes es muy complicado ir hasta Jerusalén a adorar. Miren, israelitas, ¡estos son los dioses que los sacaron de Egipto!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

28 Después de haber pedido consejo, el rey Jeroboam mandó hacer dos terneros de oro y dijo al pueblo: '¡No suban más a Jerusalén, ya basta! Israel, aquí está tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 Y habiendo sido aconsejado, el rey hizo dos becerros de oro y les dijo: ¡Bastante habéis subido a Jerusalem! ¡He aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 Después de haberse asesorado el rey, mandó fabricar dos becerros de oro, y dijo al pueblo: '¡Basta ya de subir a Jerusalén! Aquí tienes, Israel, a tu Dios, el que te sacó de la tierra de Egipto'.

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1 Reyes 12:28
34 Referans Kwoze  

Por el contrario, te has portado peor que todos los que vivieron antes de ti, al extremo de hacerte otros dioses, ídolos de metal; esto me enfurece, pues me has dado la espalda.


Pero Nadab hizo lo que ofende al Señor, pues siguió el mal ejemplo de su padre, persistiendo en el mismo pecado con que este hizo pecar a Israel.


por los pecados que había cometido, pues hizo lo que ofende al Señor, siguiendo el mal ejemplo de Jeroboán y persistiendo en el mismo pecado con que este hizo pecar a Israel.


Sin embargo, no se apartó del pecado que Jeroboán hijo de Nabat hizo cometer a los israelitas, es decir, el de rendir culto a los becerros de oro en Betel y en Dan.


Abandonaron todos los mandamientos del Señor su Dios, y se hicieron dos ídolos fundidos en forma de becerro y una imagen de la diosa Aserá. Se postraron ante todos los astros del cielo y adoraron a Baal;


y siguieron las costumbres de las naciones que el Señor había expulsado delante de ellos, como también las prácticas que introdujeron los reyes de Israel.


Los levitas abandonaron sus campos de pastoreo y demás posesiones para irse a Judá y a Jerusalén, ya que Jeroboán y sus hijos les habían impedido ejercer el sacerdocio del Señor.


En su lugar, Jeroboán había nombrado sacerdotes para los santuarios paganos y para el culto a los machos cabríos y a los becerros que había mandado hacer.


»Vosotros pensáis que ahora, por ser muy numerosos y por tener los becerros de oro, esos ídolos que Jeroboán os hizo, podéis oponeros al reino del Señor, aunque él se lo ha entregado a los hijos de David.


Por mucho tiempo Israel estuvo sin el Dios verdadero y sin instrucción, pues no había sacerdote que le enseñara.


sino al Dios de su padre, obedeció los mandamientos de Dios, y no siguió las prácticas de los israelitas.


Pero hizo lo que ofende al Señor, pues siguió el mal ejemplo de los reyes de Israel, como lo había hecho la familia de Acab, y llegó incluso a casarse con la hija de Acab.


Tomó la imagen del ídolo que había hecho y la puso en el templo de Dios, lugar del cual Dios había dicho a David y a su hijo Salomón: «En este templo en Jerusalén, la ciudad que he escogido de entre todas las tribus de Israel, habitaré para siempre.


Vamos a tener que manejarlos con mucha astucia; de lo contrario, seguirán aumentando y, si estalla una guerra, se unirán a nuestros enemigos, nos combatirán y se irán del país».


»No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra.


Al ver Moisés que el pueblo estaba desenfrenado y que Aarón les había permitido desmandarse y convertirse en el hazmerreír de sus enemigos,


quien los recibió y los fundió; luego cinceló el oro fundido e hizo un ídolo en forma de becerro. Entonces exclamó el pueblo: «Israel, ¡aquí tienes a tus dioses que te sacaron de Egipto!»


Demasiado pronto se han apartado del camino que les ordené seguir, pues no solo han fundido oro y se han hecho un ídolo en forma de becerro, sino que se han inclinado ante él, le han ofrecido sacrificios y han declarado: “Israel, ¡aquí tienes a tu dios que te sacó de Egipto!”


Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte.


El Señor ha dictado esta sentencia: «Ay de los hijos rebeldes que ejecutan planes que no son míos, que hacen alianzas contrarias a mi Espíritu, que amontonan pecado sobre pecado,


A los videntes les dicen: «¡No tengáis más visiones!», y a los profetas: «¡No nos sigáis profetizando la verdad! Decidnos cosas agradables, profetizad ilusiones.


Te acostaste con los egipcios, tus vecinos de gran virilidad, y para enfurecerme multiplicaste tus fornicaciones.


Jamás abandonó la prostitución que había comenzado a practicar en Egipto. Desde su juventud, fueron muchos los que se acostaron con ella; fueron muchos los que acariciaron sus pechos virginales y se apasionaron con ella.


El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro, de veintisiete metros de alto por dos metros y medio de ancho, y mandó que la colocaran en los llanos de Dura, en la provincia de Babilonia.


Cuando yo quiera, los castigaré; entonces las naciones se juntarán contra ellos para aprisionarlos por su doble perversión.


Serán destruidos sus santuarios paganos, lugares de pecado de Israel. ¡Cardos y espinos crecerán sobre sus altares! Entonces dirán a las montañas: «¡Cubridnos!», y a las colinas: «¡Caed sobre nosotros!»


Pero no acudáis a Betel, ni vayáis a Guilgal, ni paséis a Berseba, porque Guilgal será llevada cautiva, y Betel, reducida a la nada».


Y caerán para no levantarse jamás los que juran por la culpa de Samaria, los que dicen: “¡Por la vida de tu dios, oh Dan! ¡Por la vida de tu dios, Berseba!”»


Les prometen libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción, ya que cada uno es esclavo de aquello que lo ha dominado.


Con todo, David pensaba: «Un día de estos voy a morir a manos de Saúl. Lo mejor que puedo hacer es huir a la tierra de los filisteos. Así Saúl se cansará de buscarme por el territorio de Israel, y podré escapar de sus manos».


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