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1 Corintios 12:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

8 A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento;

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 Porque a este es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 A uno el Espíritu le da la capacidad de dar consejos sabios; a otro el mismo Espíritu le da un mensaje de conocimiento especial.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 A uno se le da, por el Espíritu, palabra de sabiduría; a otro, palabra de conocimiento según el mismo Espíritu;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Porque a uno, por el Espíritu, le es dada palabra de sabiduría; a otro, palabra de conocimiento, según el mismo Espíritu;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Y así, a uno se le da, mediante el Espíritu, palabra de sabiduría; a otro según el mismo Espíritu, palabra de conocimiento.

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1 Corintios 12:8
30 Referans Kwoze  

»Con tu buen Espíritu les diste entendimiento. No les quitaste tu maná de la boca; les diste agua para calmar su sed.


Pero lo que da entendimiento al hombre es el espíritu que en él habita; ¡es el hálito del Todopoderoso!


Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me guíe por un terreno sin obstáculos.


y lo he llenado del Espíritu de Dios, de sabiduría, inteligencia y capacidad creativa


Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios.


El Señor omnipotente me ha concedido tener una lengua instruida, para sostener con mi palabra al fatigado. Todas las mañanas me despierta, y también me despierta el oído, para que escuche como los discípulos.


»En cuanto a mí —dice el Señor—, este es mi pacto con ellos: Mi Espíritu que está sobre ti, y mis palabras que he puesto en tus labios, no se apartarán más de ti, ni de tus hijos ni de sus descendientes, desde ahora y para siempre —dice el Señor—.


Él cambia los tiempos y las épocas, pone y depone reyes. A los sabios da sabiduría, y a los inteligentes, discernimiento.


―A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos; pero a ellos, no.


Hermanos, escoged de entre vosotros a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y de sabiduría, para encargarles esta responsabilidad.


Por mi parte, hermanos míos, estoy seguro de que vosotros mismos rebosáis de bondad, abundáis en conocimiento y estáis capacitados para instruiros unos a otros.


Pero gracias a él vosotros estáis unidos a Cristo Jesús, a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría —es decir, nuestra justificación, santificación y redención—


Unidos a Cristo vosotros os habéis llenado de toda riqueza, tanto en palabra como en conocimiento.


Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada.


El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá.


¿Qué concluimos, hermanos? Que, cuando os reunáis, cada uno puede tener un himno, una enseñanza, una revelación, un mensaje en lenguas o una interpretación. Todo esto debe hacerse para la edificación de la iglesia.


Hermanos, si ahora fuera a visitaros y os hablara en lenguas, ¿de qué os serviría, a menos que os presentara alguna revelación, conocimiento, profecía o enseñanza?


En efecto, ¿quién conoce los pensamientos del ser humano sino su propio espíritu que está en él? Así mismo, nadie conoce los pensamientos de Dios sino el Espíritu de Dios.


«¿quién ha conocido la mente del Señor para que pueda instruirlo?» Nosotros, por nuestra parte, tenemos la mente de Cristo.


Para nosotros, el motivo de satisfacción es el testimonio de nuestra conciencia: Nos hemos comportado en el mundo, y especialmente entre vosotros, con la santidad y sinceridad que vienen de Dios. Nuestra conducta no se ha ajustado a la sabiduría humana, sino a la gracia de Dios.


Quizás yo sea un mal orador, pero tengo conocimientos. Esto os lo hemos demostrado de una y mil maneras.


Sin embargo, gracias a Dios que en Cristo siempre nos lleva triunfantes y, por medio de nosotros, esparce por todas partes la fragancia de su conocimiento.


Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo.


Servimos con pureza, conocimiento, constancia y bondad; en el Espíritu Santo y en amor sincero;


Pero vosotros, así como sobresalís en todo —en fe, en palabras, en conocimiento, en dedicación y en vuestro amor hacia nosotros—, procurad también sobresalir en esta gracia de dar.


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