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Job 4:3 - Biblia Nacar-Colunga

3 He aquí que enseñaste a muchos, confortaste muchas manos débiles.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 He aquí, tú enseñabas a muchos, Y fortalecías las manos débiles;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 »Antes alentabas a mucha gente y fortalecías a los débiles.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Mira, tú dabas lección a mucha gente, les dabas fuerza a los que se sentían débiles.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 He aquí tú enseñabas a muchos, Y fortalecías las manos débiles.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Tú que a tantos dabas lecciones, que fortalecías las manos cansadas;

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Job 4:3
21 Referans Kwoze  

Pues bien sé que mandará a sus hijos y a su casa después de él que guarden los caminos de Yahvé y hagan justicia y juicio, para que cumpla Yahvé a Abraham cuanto le ha dicho.”


Celebraron con alegría la fiesta de los panes ácimos durante siete días, pues los había regocijado Yahvé, disponiendo al rey de Persia a apoyarlos en la obra de la casa de Yahvé, Dios de Israel.


Os alentaría con mi boca y daría rienda suelta a mis labios.


El oído que me oía me llamaba feliz, y los ojos que me veían se declaraban en mi favor;'


Yo era ojos para el ciego, era para el cojo pies,


era el padre de los pobres, y examinaba la causa del desconocido;'


Para escucharme esperaban, y callaban hasta oír mi opinión.


Con tu palabra sostuviste a los vacilantes y fortaleciste a rodillas que se doblaban.


Los labios del justo guían a muchos; el necio muere por falta de conocimiento.'


Los labios del sabio derraman sabiduría; no así el corazón del necio.'


El sabio de corazón es tenido por sensato, y la blandura de los labios hace eficaz la doctrina.


Fortaleced las manos desfallecidas y afianzad las rodillas vacilantes.


El Señor, Yahvé, me ha dado lengua de discípulo para saber sostener con palabras al cansado. Cada mañana despierta mis oídos para que oiga como discípulo;'


Por haber entristecido con vuestras mentiras el corazón del justo, cuando yo no quería entristecerle, y haber confortado las manos del impío para que no se volviese de su mal camino y viviese,


Aquel día se dirá a Jerusalén: No temas, Sión. No desmayen tus manos,


pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe, y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.


Se le apareció un ángel del cielo, que le confortaba.


No salga de vuestra boca palabra áspera, sino palabras buenas y oportunas para edificación, a fin de ser gratos a los oyentes.


Manda a Josué, infún-dele valor y fortaleza, pues él es quien lo pasará a la cabeza de este pueblo y le pondré en posesión de la tierra que tú no puedes más que ver.”


Sea vuestra conversación agradable, salpicada de sal, de manera que sepáis cómo os convenga responder a cada uno.


Por lo cual, enderezad las manos caídas y las rodillas debilitadas,


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