Partido de allí, encontró a Jonadab, hijo de Recab, que venía a su encuentro; le saludó y le dijo: “¿Es sincero conmigo tu corazón, como lo es el mío contigo?” Y Jonadab le respondió: “Sincero.” “Si es así —replicó Jehú —, dame la mano.” Jonadab le dio la mano, y Jehú le hizo subir a su carro junto a él,'
No endurezcáis, pues, ahora vuestra cerviz, como vuestros padres. Dad vuestras manos a Yahvé y venid a su santuario, que El ha santificado para siempre, y servid a Yahvé, vuestro Dios, y la ira de su furor se apartará de vosotros.
Santiago, Cefas y Juan, los que eran tenidos como columnas, reconocieron la gracia a mí dada, y nos dieron a mí y a Bernabé la mano en señal de comunión, para que nosotros nos dirigiésemos a los gentiles y ellos a los circuncisos.