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Isaías 48:20 - Biblia Spanish Sagradas Escrituras

20 Salid de Babilonia, huid de entre los caldeos. Dad nuevas de esto con voz de alegría; publicadlo, llevadlo hasta lo postrero de la tierra. Decid: Redimió el SEÑOR a su siervo Jacob.

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Biblia Reina Valera 1960

20 Salid de Babilonia, huid de entre los caldeos; dad nuevas de esto con voz de alegría, publicadlo, llevadlo hasta lo postrero de la tierra; decid: Redimió Jehová a Jacob su siervo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Sin embargo, incluso ahora, ¡sean libres de su cautiverio! Salgan de Babilonia y de los babilonios. ¡Canten este mensaje! Grítenlo hasta los extremos de la tierra. El Señor ha redimido a sus siervos: a los del pueblo de Israel.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 ¡Salgan de Babilonia! ¡Huyan del país de los caldeos! Griten esto alegremente, anúncienlo y transmítanlo hasta el último rincón del mundo. Digan: 'Yavé ha salvado a su servidor Jacob.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 ¡Salid de Babilonia, huid de los caldeos! ¡Anunciad con voz de júbilo, y proclamadlo, Publicadlo hasta los confines de la tierra! Decid: ¡YHVH ha redimido a su siervo Jacob!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 ¡Salid de Babel! ¡Huid de Caldea! Con voz jubilosa anunciad, proclamad esto, hacedlo llegar al confín de la tierra, decid: 'Redimió Yahveh a su siervo Jacob'.

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Isaías 48:20
39 Referans Kwoze  

¿Y quién como tu pueblo, como Israel, en la tierra? Una gente por amor de la cual Dios fuese a redimírsela por pueblo, y le pusiese nombre, e hiciese con vosotros, grandes y espantosas obras en tu tierra, por causa de tu pueblo que tú te redimiste de Egipto, de los gentiles y de sus dioses.


Y estos son los hijos de la provincia que subieron de la cautividad, de la transmigración que Nabucodonosor rey de Babilonia hizo traspasar a Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad;


Canción de las gradas. Cuando el SEÑOR hiciere tornar la cautividad de Sion, seremos como los que sueñan.


Y dirás en aquel día: Cantaré a ti, oh SEÑOR; pues aunque te enojaste contra mí, tu furor se apartó, y me has consolado.


Y diréis en aquel día: Cantad al SEÑOR; invocad su nombre. Haced célebres en los pueblos sus obras. Recordad como su nombre es engrandecido.


Estos alzarán su voz; cantarán gozosos en la grandeza del SEÑOR, desde el mar darán voces.


En aquel día cantarán este cantar en tierra de Judá: Fuerte ciudad tenemos; salud puso Dios por muros y antemuro.


Cantad al SEÑOR un nuevo cántico, su alabanza desde el fin de la tierra; los que descendéis al mar, y cuanto hay en él, las islas y los moradores de ellas.


Y ahora, así dice el SEÑOR Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; yo te puse nombre, mío eres tú.


Yo deshice, como nube, tus rebeliones, y tus pecados, como niebla; tórnate a mí, porque yo te redimí.


Lo oíste, lo viste todo; ¿y no lo anunciaréis vosotros? Ahora, pues, ya te hice oír cosas nuevas y escondidas, que tú no sabías.


Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes; porque el SEÑOR ha consolado su pueblo, y de sus pobres tendrá misericordia.


Y dijo: Poco es que tú me seas siervo para despertar las tribus de Jacob, y para que restituyas los asolamientos de Israel; también te di por luz de los gentiles, para que seas mi salud hasta lo postrero de la tierra.


El preso se da prisa para ser suelto, por no morir en la mazmorra, ni que le falte su pan.


El SEÑOR desnudó el brazo de su santidad ante los ojos de todos los gentiles. Y todos los términos de la tierra verán la salud del Dios nuestro.


Apartaos, apartaos; salid de allí; no toquéis cosa inmunda. Salid de en medio de ella; sed limpios los que lleváis los vasos del SEÑOR.


Cantad alabanzas, alegraos juntamente las soledades de Jerusalén; porque el SEÑOR ha consolado a su pueblo, ha redimido a Jerusalén.


He aquí, que el SEÑOR hizo oír hasta lo último de la tierra. Decid a la hija de Sion: He aquí viene tu Salvador; he aquí que su recompensa con él, y su obra delante de él.


En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el Angel de su faz los salvó. Con su amor y con su clemencia los redimió, y los trajo a cuestas , y los levantó todos los días del siglo.


Oíd palabra del SEÑOR, oh gentiles, y hacedlo saber en las islas que están lejos, y decid: El que esparció a Israel lo juntará y lo guardará, como pastor a su ganado.


Porque el SEÑOR redimió a Jacob, lo redimió de mano del más fuerte que él.


Establécete señales, ponte mojones altos; nota atentamente la calzada; el camino por donde viniste, vuélvete, virgen de Israel, vuélvete a éstas tus ciudades.


Denunciad en los gentiles, y haced saber; levantad también bandera; publicad, y no lo encubráis, decid: Tomada es Babilonia, Bel es confundido, deshecho es Merodac; confundidas son sus esculturas, quebrados son sus ídolos.


Voz de los que huyen y escapan de la tierra de Babilonia se oye , para dar las nuevas en Sion de la venganza del SEÑOR nuestro Dios, de la venganza de su Templo.


Huid de en medio de Babilonia, y salid de la tierra de los caldeos, y sed como los mansos delante del ganado.


Salid de en medio de ella, pueblo mío, y salvad cada uno su vida de la ira del furor del SEÑOR.


Y los cielos y la tierra, y todo lo que está en ellos, darán alabanzas sobre Babilonia; porque del aquilón vendrán sobre ella destruidores, dijo el SEÑOR.


Huid de en medio de Babilonia, y librad cada uno su alma, para que no perezcáis a causa de su maldad; porque el tiempo es de venganza del SEÑOR; le dará su pago.


Yo les silbaré y los juntaré, porque yo los he redimido; y serán multiplicados como fueron multiplicados.


Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, dijo el SEÑOR.


Si hubieres sido arrojado hasta el extremo de los cielos, de allí te recogerá el SEÑOR tu Dios, y de allá te tomará;


Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles, y profetas; porque Dios ha juzgado vuestra causa sobre ella.


Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis participantes de sus pecados, y que no recibáis de sus plagas;


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