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Hebreos 7:25 - Biblia Spanish Sagradas Escrituras

25 por lo cual puede también salvar eternamente a los que por él se allegan a Dios, viviendo siempre para rogar por ellos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

25 por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

25 Por eso puede salvar —una vez y para siempre— a los que vienen a Dios por medio de él, quien vive para siempre, a fin de interceder con Dios a favor de ellos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

25 Por eso es capaz de salvar de una vez a los que por su medio se acercan a Dios. El sigue viviendo e intercediendo en favor de ellos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

25 Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por medio de Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

25 De ahí que definitivamente pueda salvar a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive siempre para interceder a favor de ellos.

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Hebreos 7:25
44 Referans Kwoze  

Que decían a Dios: Apártate de nosotros, y ¿qué nos ha de hacer el Omnipotente?


¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios ! Yo iría hasta su silla.


Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más.


Y a mí dirá: Cierto en el SEÑOR está la justicia y la fuerza; hasta él vendrá; y todos los que se enojan contra él, serán avergonzados.


Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y a los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su alma hasta la muerte, y fue contado con los rebeldes, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.


Y vio que no había hombre, y abominó que no hubiera quien se interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia.


¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos bermejos? ¿Este hermoso en su vestido, que marcha con la grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar.


Convertíos, hijos rebeldes, sanaré vuestras rebeliones. He aquí nosotros venimos a ti; porque tú eres el SEÑOR nuestro Dios.


Ahora, pues, ¿estáis prestos para que oyendo el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña, y de todo instrumento de música, os postréis, y adoréis la estatua que yo hice? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio del horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?


He aquí, nuestro Dios a quien honramos, puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.


Por mí, pues, se pone decreto, que todo pueblo, nación, o lengua, que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac, y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa sea puesta por muladar; por cuanto no hay otro dios que pueda librar como éste.


Y llegándose cerca del foso llamó a voces a Daniel con voz triste; y hablando el rey dijo a Daniel: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves ¿te ha podido librar de los leones?


Oh Señor, según todas tus justicias, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y todo tu pueblo es dado en vergüenza a todos nuestros alrededores.


Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, esto haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.


y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que permanece con vosotros para siempre:


Jesús le dice: YO SOY el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.


Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, ya reconciliados, seremos salvos por su vida.


por el cual también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes , y nos gloriamos en la esperanza de la gloria (de los hijos) de Dios.


¿Quién es el que los condenará? El Ungido, Jesús, es el que murió; más aun, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que también demanda por nosotros.


Porque en la sabiduría de Dios, por no haber el mundo conocido a Dios por sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.


que por él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.


en el cual tenemos seguridad y entrada con confianza por la fe de él.


Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, por la potencia que obra en nosotros,


el cual transformará el cuerpo de nuestra bajeza, para ser semejante al cuerpo de su gloria, por la operación con la cual puede también sujetar a sí todas las cosas.


Porque hay un solo Dios, asimismo un solo Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús,


Por lo cual así mismo padezco esto, pero no me avergüenzo; porque yo sé a quien he creído, y estoy cierto que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.


Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.


Así que, ofrezcamos por medio de él a Dios siempre sacrificio de alabanza, es a saber, fruto de labios que confiesen su Nombre.


porque en cuanto él mismo padeció y fue tentado, es poderoso para socorrer también a los que son tentados.


Pero vemos a aquel Jesús coronado de gloria y de honra, quien fue hecho un poco menor que los ángeles por pasión de muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.


El cual en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído por su temor reverente.


el cual no es hecho conforme a la ley del mandamiento carnal, sino por virtud de vida indisoluble;


porque nada perfeccionó la ley, sino la introducción de una mejor esperanza (por la cual nos acercamos a Dios.)


mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene el sacerdocio intransferible;


Del mismo modo, aquí ciertamente los hombres mortales toman los diezmos; mas allí, aquel los tomó del cual está dado testimonio que vive;


Por lo cual no entró Jesús en el santuario hecho de mano, (que es figura del verdadero,) sino en el mismo cielo para presentarse ahora por nosotros en la presencia de Dios.


A aquel, pues, que es poderoso para guardaros sin pecado, y presentaros delante de su gloria irreprensibles, con grande alegría,


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