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Lucas 7:2 - Dios Habla Hoy Versión Española

2 Vivía allí un centurión romano, cuyo criado, al que quería mucho, se encontraba a punto de morir.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Y el siervo de un centurión, a quien este quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 En ese tiempo, un apreciado esclavo de un oficial romano estaba enfermo y a punto de morir.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Había allí un capitán que tenía un sirviente muy enfermo al que quería mucho, y que estaba a punto de morir.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Y el siervo de cierto centurión, a quien éste estimaba mucho, estaba enfermo y a punto de morir.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Un centurión tenía enfermo y a punto de morir un criado por el que sentía una gran estima.

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Lucas 7:2
24 Referans Kwoze  

diciendo: “¡Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, pues ha sido fiel y bondadoso con mi amo, y me ha dirigido en el camino a la casa de sus parientes!”


También allí murió Débora, la mujer que había cuidado a Rebeca, y la enterraron debajo de una encina, cerca de Betel. Jacob llamó a aquel lugar “La encina del llanto”.


Juro que nunca he procedido con malicia ni he intentado engañar a nadie.


El que consiente a su esclavo desde pequeño, al final tendrá que lamentarlo.


Cuando el centurión y los que con él vigilaban a Jesús vieron el terremoto y todo lo que estaba pasando, dijeron aterrados: –¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!


Cuando el centurión vio lo que había sucedido, alabó a Dios diciendo: –¡No hay duda de que este hombre era inocente!


Cuando Jesús terminó de hablar a la gente, se fue a Cafarnaún.


Habiendo oído hablar de Jesús, el centurión envió a unos ancianos de los judíos a rogarle que fuera a sanar a su criado.


porque su única hija, que tenía unos doce años, estaba a punto de morir. Mientras Jesús iba, se sentía oprimido por la multitud.


Había en la ciudad de Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión del batallón que llamaban el Italiano.


Cuando se fue el ángel que le había hablado, Cornelio llamó a dos de sus sirvientes y a un soldado muy religioso y de su confianza,


Al oir esto, el centurión fue a dar aviso al comandante, diciéndole: –¿Qué vas a hacer? ¡Ese hombre es ciudadano romano!


Pablo llamó a uno de los centuriones y le dijo: –Lleva a este muchacho al comandante, porque tiene algo que comunicarle.


Cuando decidieron enviarnos a Italia, Pablo y los otros presos fueron entregados a un centurión que se llamaba Julio, del batallón llamado del Emperador.


Al día siguiente llegamos al puerto de Sidón, donde Julio trató a Pablo con mucha consideración, dejándole visitar a sus amigos y ser atendido por ellos.


Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, no permitió que lo hicieran, sino que ordenó que quienes supieran nadar se lanzasen los primeros al agua para llegar a tierra,


Esclavos, obedeced en todo a quienes aquí en la tierra son vuestros amos; y no solamente cuando os estén mirando, para quedar bien con ellos, sino con corazón sincero, por temor al Señor.


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