Lucas 4:27 - Dios Habla Hoy Versión Española

²⁷ También había en Israel muchos enfermos de lepra en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán, que era de Siria.

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

²⁷ Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio.

Biblia Nueva Traducción Viviente

²⁷ También muchas personas en Israel tenían lepra en el tiempo del profeta Eliseo, pero el único sanado fue Naamán, un sirio».

Biblia Católica (Latinoamericana)

²⁷ También había muchos leprosos en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio.

La Biblia Textual 3a Edicion

²⁷ Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio.°

Biblia Serafín de Ausejo 1975

²⁷ Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio'.

Lucas 4:27 Referans Kwoze

Job 21:22

(Pero, ¿quién puede dar lecciones a Dios, que juzga hasta a los habitantes del cielo?)

Job 33:13

¿Por qué le echas en cara que no conteste a ninguno de tus argumentos?

Job 36:23

nadie puede decirle lo que debe hacer ni echarle en cara haber hecho algo mal.

Daniel 4:35

Ante él no son nada los habitantes de la tierra. Él actúa según su voluntad, tanto en el cielo como en la tierra. No hay nadie que pueda oponerse a su poder ni preguntarle por qué actúa como actúa.’

Mateo 12:4

Entró en la casa de Dios y comió los panes consagrados, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes.

Mateo 8:3

Jesús lo tocó con la mano, y dijo: –Quiero. ¡Queda limpio! Al momento, el leproso quedó limpio de su enfermedad.

Lucas 4:28

Al oir esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira.

Juan 17:12

Cuando estaba con ellos en este mundo, los cuidaba y los protegía con el poder de tu nombre, el nombre que me has dado. Y ninguno de ellos se perdió, sino aquel que ya estaba perdido, para que se cumpliera lo que dice la Escritura.