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Lucas 18:13 - Dios Habla Hoy Versión Española

13 A cierta distancia, el cobrador de impuestos ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: ‘¡Oh Dios, ten compasión de mí que soy pecador!’

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Biblia Reina Valera 1960

13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 »En cambio, el cobrador de impuestos se quedó a la distancia y ni siquiera se atrevía a levantar la mirada al cielo mientras oraba, sino que golpeó su pecho en señal de dolor mientras decía: “Oh Dios, ten compasión de mí, porque soy un pecador”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Mientras tanto el publicano se quedaba atrás y no se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: 'Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Pero el publicano, a distancia, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ¡Oh Dios, sé propicio a mí, pecador!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 En cambio, el publicano se quedó a distancia y ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: '¡Oh Dios! Ten misericordia de mí, que soy pecador'.

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Lucas 18:13
45 Referans Kwoze  

David admitió ante Natán: –He pecado contra el Señor. Natán le respondió: –El Señor no te va a castigar a ti por tu pecado, y no morirás;


Su oración y la respuesta que recibió, todo lo relativo a su pecado e infidelidad, y a los sitios donde construyó santuarios en lugares altos y donde puso las imágenes de Asera y los ídolos antes de humillarse ante Dios, están escritos en la historia de sus profetas.


Pero no se humilló ante el Señor, como lo hizo su padre Manasés, sino que acumuló más culpas.


diciendo: “Dios mío, Dios mío, me siento tan avergonzado y confundido que no sé cómo dirigirme a ti. Nuestras faltas han sobrepasado el límite y nuestras culpas llegan hasta el cielo.


Por eso me retracto arrepentido y sentado en polvo y ceniza.


Y cuando la gente veía que la columna de nube se detenía a la puerta de la tienda, cada uno se arrodillaba a la puerta de su propia tienda en actitud de adoración.


El Señor dice: “Venid, vamos a discutir este asunto. Aunque vuestros pecados sean como el rojo más vivo, yo los dejaré blancos como la nieve; aunque sean como tela teñida de púrpura, yo los dejaré blancos como la lana.


Y pensé: “¡Ay de mí, voy a morir! He visto con mis ojos al Rey, al Señor todopoderoso; yo, que soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios impuros.”


¡Yo mismo hice todas estas cosas, y así empezaron a existir! Yo, el Señor, lo afirmo. “El hombre en quien yo me fijo es el pobre y afligido que respeta mi palabra.


Tú te acordarás, y sentirás tanta vergüenza y humillación que no volverás a abrir la boca cuando yo te perdone todo lo que has hecho. Yo, el Señor, lo afirmo.’ ”


hemos pecado y cometido maldad, hemos hecho lo malo, hemos vivido sin tenerte en cuenta y hemos abandonado tus mandamientos y decretos.


Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el que cobraba impuestos para Roma; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo;


“Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que la gente los vea. Os aseguro que con eso ya tienen su recompensa.


Id y aprended qué significan estas palabras de la Escritura: ‘Quiero que seáis compasivos, y no que me ofrezcáis sacrificios.’ Pues yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.


Y cuando estéis orando, perdonad lo que tengáis contra otro, para que también vuestro Padre que está en el cielo os perdone vuestros pecados.


Al llegar a cierta aldea le salieron al encuentro diez hombres enfermos de lepra, que desde lejos


Se alejó de ellos como a distancia de un tiro de piedra, y se puso a orar de rodillas,


Toda la multitud que estaba presente y que vio lo ocurrido regresó a la ciudad golpeándose el pecho.


Al ver esto, Simón Pedro se puso de rodillas delante de Jesús y le dijo: –¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!


Cuando los allí reunidos oyeron esto, se afligieron profundamente y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: –Hermanos, ¿qué debemos hacer?


Pero Dios prueba que nos ama en que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.


Vosotros soportasteis la tristeza, como a Dios agrada, ¡y ved ahora los resultados! Os hizo tomar en serio el asunto y defenderme. Os hizo enojar y también sentir miedo. Después deseasteis verme y os dispusisteis a castigar al culpable. Con todo lo cual habéis demostrado que nada tuvisteis que ver en ese asunto.


Esto es muy cierto y todos deben creerlo: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.


Acerquémonos, pues, con confianza al trono de nuestro Dios lleno de amor, para que tenga misericordia de nosotros y en su bondad nos ayude en la hora de la necesidad.


Yo les perdonaré sus maldades y no me acordaré más de sus pecados.”


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