Ellos ofrecen al Señor, mañana y tarde, holocaustos e incienso; presentan en una mesa ritualmente pura el pan consagrado al Señor, y encienden todas las tardes las lámparas que arden en el candelabro de oro. Porque nosotros cumplimos las disposiciones del Señor nuestro Dios, mientras que vosotros le habéis abandonado.
Aarón se encargará de prepararlas, para que durante toda la noche ardan sin cesar delante del Señor en la tienda del encuentro, fuera del velo que está junto al arca del pacto. Esta es una ley permanente, que pasará de padres a hijos.
Del mismo modo, procurad que vuestra luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que hacéis, alaben todos a vuestro Padre que está en el cielo.
Y te mando a ellos para que les abras los ojos y no anden más en la oscuridad, sino en la luz; para que no sigan bajo el poder de Satanás, sino que sigan a Dios; y para que, creyendo en mí, reciban el perdón de los pecados y una herencia entre el pueblo santo de Dios.’
Porque Dios, que mandó que la luz brotara de la oscuridad, es quien ha hecho brotar su luz en nuestro corazón, para que por medio de ella podamos conocer la gloria de Dios que brilla en el rostro de Jesucristo.