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Jueces 4:4 - Dios Habla Hoy Versión Española

4 En aquel tiempo los israelitas eran gobernados por una profetisa llamada Débora, esposa de Lapidot.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Débora, la esposa de Lapidot, era una profetisa que en ese tiempo juzgaba a Israel.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 En aquel tiempo, la profetisa Débora, mujer de Lapidot, juzgaba a Israel.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 En aquel tiempo juzgaba en Israel Débora, una profetisa, mujer de Lapidot.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Por aquel tiempo era juez en Israel la profetisa Débora, mujer de Lapidot.

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Jueces 4:4
13 Referans Kwoze  

Hilquías, Ahicam, Acbor, Safán y Asaías fueron a ver a la profetisa Huldá, esposa de Salum, hijo de Ticvá y nieto de Harhás, encargado del guardarropa del templo. Huldá vivía en el Segundo Barrio de Jerusalén, y cuando hablaron con ella,


¡Dios mío: recuerda lo que Sambalat y Tobías han hecho! ¡No te olvides tampoco de Noadías, la profetisa, ni de los otros profetas que quisieron asustarme!


Entonces la profetisa María, hermana de Aarón, tomó una pandereta, y todas las mujeres la siguieron, bailando y tocando panderetas,


“Ahora, hombre, dirígete a las mujeres de tu pueblo, que se ponen a hablar en mi nombre por su propia cuenta.


Yo te saqué de Egipto, librándote de la esclavitud; yo envié a Moisés, Aarón y María, para que te dirigieran.


También estaba allí una profetisa llamada Ana, hija de Penuel, de la tribu de Aser. Era muy anciana. Se había casado siendo muy joven y vivió con su marido siete años;


Felipe tenía cuatro hijas solteras que eran profetisas.


En cambio, si una mujer no se cubre la cabeza cuando ora o cuando comunica mensajes proféticos deshonra a aquel que es su cabeza. Es igual que si se la hubiera rapado.


Ya no tiene importancia el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer; porque unidos a Cristo Jesús, todos sois uno solo.


Jabín tenía novecientos carros de hierro, y durante veinte años había oprimido cruelmente a los israelitas, hasta que por fin estos suplicaron al Señor que los ayudara.


Débora acostumbraba sentarse bajo una palmera (conocida como “la palmera de Débora”), que había en los montes de Efraín, entre Ramá y Betel, y los israelitas acudían a ella para resolver sus pleitos.


Aquel día, Débora y Barac, hijo de Abinóam, cantaron así:


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