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Jueces 13:6 - Dios Habla Hoy Versión Española

6 La mujer fue a contárselo a su marido, y le dijo: –Un hombre de Dios vino a donde yo estaba, y me impresionó mucho pues parecía el ángel mismo del Señor. Ni yo le pregunté quién era ni tampoco él me lo dijo.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Y la mujer vino y se lo contó a su marido, diciendo: Un varón de Dios vino a mí, cuyo aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, temible en gran manera; y no le pregunté de dónde ni quién era, ni tampoco él me dijo su nombre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 La mujer corrió a decirle a su esposo: «¡Se me apareció un hombre de Dios! Tenía el aspecto de uno de los ángeles de Dios, daba miedo verlo. No le pregunté de dónde era, y no me dijo su nombre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Al volver a su casa, la mujer conversó con su marido y le dijo: 'Un hombre de Dios vino a verme. Era tan majestuoso como un ángel de Dios, pero no le pregunté de dónde venía y no me dijo su nombre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 La mujer fue entonces y habló a su marido, diciendo: Un varón de Dios vino a mí, y su aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, muy terrible; y no le pregunté de dónde era, ni él me declaró su nombre;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 La mujer comunicó a su esposo: 'Ha venido a mí un hombre de Dios; su aspecto era como el del ángel de Dios, sobremanera terrible. No le pregunté de dónde venía ni me dijo su nombre.

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Jueces 13:6
29 Referans Kwoze  

Abraham alzó la mirada y vio a tres hombres que estaban de pie frente a él. Al verlos, se levantó rápidamente a recibirlos, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente


–Ahora dime cómo te llamas tú –preguntó Jacob. Pero el hombre contestó: –¿Para qué me preguntas mi nombre? Luego el hombre le bendijo allí mismo.


Entonces la viuda dijo a Elías: –¿Qué tengo yo que ver contigo, hombre de Dios? ¿Has venido a recordarme mis pecados y a hacer que mi hijo se muera?


La mujer le respondió: –Ahora sé que realmente eres un hombre de Dios, y que lo que dices es la verdad del Señor.


Entonces Eliseo le dijo: –Para el año que viene, por este tiempo, tendrás un hijo en tus brazos. Ella respondió: –No, mi señor, no engañe un hombre de Dios a su servidora.


Una vez, ella dijo a su marido: –Mira, yo sé que este hombre que siempre que pasa nos visita es un santo profeta de Dios.


Allí el ángel del Señor se le apareció en una llama de fuego, en medio de una zarza. Moisés miró atentamente y se dio cuenta de que la zarza ardía en el fuego, pero no se consumía.


Y añadió: –Yo soy el Dios de tus antepasados. Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Moisés se cubrió la cara, pues tuvo miedo de mirar a Dios;


Luego me dijo: ‘Daniel, a quien Dios ama, escucha bien lo que te voy a decir. Levántate, porque yo he sido enviado a ti.’ “Tan pronto como terminó de decir estas palabras, yo, tembloroso, me puse de pie.


En esto, miré y vi un hombre vestido con ropas de lino y un cinturón de oro puro.


“Entonces él se me acercó. Yo me asusté, y me incliné hasta tocar el suelo con la frente, pero él me dijo: ‘Hijo de hombre, ten en cuenta que esta visión se refiere al fin de los tiempos.’


El ángel le contestó: –Yo soy Gabriel, y estoy al servicio de Dios. Él me ha enviado a hablar contigo y a darte estas buenas noticias.


Mientras oraba, cambió el aspecto de su rostro y sus ropas se volvieron muy blancas y brillantes.


Todos los miembros de la Junta Suprema fijaron la vista en Esteban y vieron que su rostro era como el de un ángel.


Poco antes de morir, Moisés, hombre de Dios, bendijo a los israelitas


Pero tú, hombre de Dios, huye de todo eso. Lleva una vida de rectitud, de devoción a Dios, de fe, de amor, de constancia y de humildad de corazón.


Los descendientes de Judá fueron a Guilgal para hablar con Josué, y Caleb el quenezita, hijo de Jefuné, dijo a Josué: “Acuérdate de lo que el Señor dijo a su siervo Moisés en Cadés-barnea, en cuanto a ti y a mí.


Al verle caí como muerto a sus pies. Pero él, poniendo su mano derecha sobre mí, me dijo: “No tengas miedo: yo soy el primero y el último,


ella fue corriendo a decirle: –¡Oye, el hombre que vi el otro día se me ha vuelto a aparecer!


y dijo Manoa a su mujer: –Con toda seguridad vamos a morir, porque hemos visto a Dios.


Pero el ángel del Señor se le apareció y le dijo: “Tú nunca has podido tener hijos, pero ahora vas a quedar embarazada y tendrás un niño.


Lo que sí me dijo fue que yo voy a tener un hijo, y que desde ahora no debo tomar vino ni licor, ni comer nada impuro, porque el niño va a estar consagrado a Dios como nazareo desde antes de nacer y hasta su muerte.


Entonces Manoa dijo al Señor en oración: “Yo te ruego, Señor, que envíes otra vez ese hombre a nosotros, para que nos diga qué debemos hacer con el niño que va a nacer.”


Entonces vino el ángel del Señor y se sentó bajo la encina que estaba en Ofrá, y que pertenecía a Joás, que era del clan de Abiézer. Gedeón, el hijo de Joás, estaba limpiando el trigo a escondidas, en el lagar, para que los madianitas no lo vieran.


Por aquel tiempo llegó un profeta a visitar a Elí, y le dijo: “El Señor ha declarado esto: ‘Cuando tus antepasados estaban en Egipto al servicio del faraón, claramente me manifesté a ellos.


El criado le contestó: –En esta ciudad hay un profeta a quien todos respetan, porque todo lo que anuncia sucede sin falta. Vamos allá, y quizá él nos indique el camino que debemos seguir.


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