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Jueces 1:16 - Dios Habla Hoy Versión Española

16 Los descendientes de Hobab el quenita, suegro de Moisés, salieron de la ciudad de las palmeras con la tribu de Judá y fueron al desierto de Judá, al sur de Arad, donde se quedaron a vivir con la gente de la región.

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Biblia Reina Valera 1960

16 Y los hijos del ceneo, suegro de Moisés, subieron de la ciudad de las palmeras con los hijos de Judá al desierto de Judá, que está en el Neguev cerca de Arad; y fueron y habitaron con el pueblo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Cuando los miembros de la tribu de Judá salieron de Jericó —la ciudad de las palmeras—, los ceneos (que eran descendientes del suegro de Moisés) los acompañaron al desierto de Judá y se establecieron entre la gente del lugar, cerca de la ciudad de Arad, en el Neguev.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Los hijos de Hobab el quenita, cuñado de Moisés, subieron con los hijos de Judá, desde la Ciudad de las Palmeras hasta el desierto de Judá, al sur de Arad. Allí se establecieron en medio del pueblo de Israel.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Entonces los hijos del ceneo, suegro de Moisés, subieron juntamente con los hijos de Judá, de la ciudad de las Palmas al desierto de Judá, que está al sur de Arad. Y así fueron y habitaron con el pueblo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Los hijos de Jobab, el quenita, suegro de Moisés, subieron con los hijos de Judá desde la ciudad de las Palmeras al desierto que está al sur de Arad, y fueron a habitar con los amalecitas.

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Jueces 1:16
26 Referans Kwoze  

de Ósem, el sexto, y de David, el séptimo.


y los clanes de los soferitas que vivían en Jabés, es decir, los tirateos, simateos y sucateos. Estos son los quenitas que descienden de Hamat, padre de Bet-recab.


Por aquel tiempo, el rey Ahaz envió una embajada al rey de Asiria para pedirle ayuda,


Jetró, sacerdote de Madián y suegro de Moisés, supo todo lo que Dios había hecho por Moisés y por su pueblo Israel, y supo también que el Señor los había sacado de Egipto.


Jetró tomó un animal para quemarlo en honor de Dios, y también otras ofrendas. Luego Aarón y todos los ancianos de Israel fueron a comer con el suegro de Moisés, en presencia de Dios.


Después Moisés y su suegro se despidieron, y su suegro regresó a su país.


Moisés salió a recibir a su suegro. Se inclinó delante de él y lo besó; y después de saludarse entraron en la tienda de campaña.


Moisés cuidaba las ovejas de su suegro Jetró, que era sacerdote de Madián. Un día, llevándolas a través del desierto, llegó hasta el monte de Dios, que se llama Horeb.


Moisés volvió a casa de su suegro Jetró y le dijo: –Tengo que regresar a Egipto, donde están mis hermanos de raza. Quiero ver si todavía viven. –Vete, pues, y que te vaya bien –contestó Jetró.


“Ve a la comunidad de los recabitas y habla con ellos. Llévalos luego a una de las cámaras del templo, y ofréceles vino.”


Cuando el rey cananeo de la ciudad de Arad, que vivía en el Négueb, oyó decir que los israelitas venían por el camino de Atarim, salió a pelear contra ellos e hizo algunos prisioneros.


Por aquel tiempo se presentó Juan el Bautista en el desierto de Judea.


el Négueb, el valle del Jordán y la llanura de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Sóar.


Y el Señor le dijo: “Este es el país que yo juré a Abraham, Isaac y Jacob que daría a sus descendientes. He querido que lo veas con tus propios ojos, aunque no vas a entrar en él.”


Las ciudades que les tocaron a los clanes de la tribu de Benjamín fueron, por una parte: Jericó, Bet-hoglá, Émec-quesís,


–Quiero que me concedas algo –contestó ella–. Ya que me has dado tierras en el Négueb, dame también manantiales. Y Caleb le dio los manantiales de arriba y los de abajo.


Eglón hizo un pacto con los amonitas y los amalecitas, y atacó a Israel, tomando posesión de la ciudad de las palmeras.


Cerca de Quedes, junto a la encina de Saanaim, estaba el campamento de Héber el quenita, quien se había separado de los demás quenitas que, como él, descendían de Hobab, el suegro de Moisés.


Como Jabín, el rey de Hasor, estaba en paz con la familia de Héber el quenita, Sísara llegó a pie, en su huida, hasta la tienda de Jael, la esposa de Héber,


y dijo a los quenitas: –¡Apartaos! ¡Salid de en medio de los amalecitas, para que no os destruya junto con ellos; pues vosotros os portasteis bien con los israelitas cuando venían de Egipto! Los quenitas se apartaron de los amalecitas.


y este le preguntaba: “¿Dónde habéis saqueado hoy?” Y David le contestaba: “Al sur de Judá”, o “Al sur de Jerameel”, o “Al sur del territorio de los quenitas.”


y en Racal, y también a los que estaban en las ciudades de Jerahmeel, en las ciudades de los quenitas,


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