Biblia Todo Logo
Bib sou entènèt

- Piblisite -





Juan 7:37 - Dios Habla Hoy Versión Española

37 El último día de la fiesta, que era el más importante, Jesús, puesto en pie, dijo con voz fuerte: –¡El que tenga sed, venga a mí; el que cree en mi, que beba!

Gade chapit la Kopi


Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

Gade chapit la Kopi

Biblia Nueva Traducción Viviente

37 El último día del festival, el más importante, Jesús se puso de pie y gritó a la multitud: «¡Todo el que tenga sed puede venir a mí!

Gade chapit la Kopi

Biblia Católica (Latinoamericana)

37 El último día de la fiesta, que era el más solemne, Jesús, puesto en pie, exclamó con voz potente: 'El que tenga sed, que venga a mí.

Gade chapit la Kopi

La Biblia Textual 3a Edicion

37 En el último día, el más grande de la fiesta,° Jesús se puso en pie, y alzando la voz, dijo: ¡Si alguno tiene sed, venga a mí y beba!

Gade chapit la Kopi

Biblia Serafín de Ausejo 1975

37 El último día de la fiesta, que era el más solemne, Jesús, puesto de pie, exclamó con voz fuerte: 'Quien tenga sed venga a mí y beba.

Gade chapit la Kopi




Juan 7:37
50 Referans Kwoze  

Celebraron la fiesta religiosa durante siete días; y desde el día primero hasta el último, diariamente, Esdras leyó pasajes del libro de la ley de Dios; y en el día octavo hubo una reunión solemne, conforme a la costumbre establecida.


Por calles y avenidas la sabiduría hace oir su voz;


La sabiduría clama a voz en cuello; la inteligencia hace oir su voz.


Yo amo a los que me aman, y los que me buscan, me encuentran.


se hace oir junto a las puertas, a la entrada de la ciudad:


y envió a sus criadas a gritar desde lo más alto de la ciudad:


Ya he entrado en mi jardín, hermanita, novia mía. Ya he tomado mi mirra y mis perfumes, ya he probado la miel de mi panal, ya he bebido mi vino y mi leche. Queridos amigos, comed y bebed, ¡bebed cuanto queráis!


También vosotros podréis ir a beber con alegría en esa fuente de salvación,


hablad con cariño a Jerusalén y decidle que su esclavitud ha terminado, que ya ha pagado por sus faltas, que ya ha recibido de mi mano el doble del castigo por todos sus pecados.”


Una voz dice: “Grita”, y yo pregunto: “¿Qué debo gritar?” “Que todo hombre es como hierba, ¡tan firme como una flor del campo!


porque voy a hacer que corra agua en el desierto, arroyos en la tierra seca. Yo daré nueva vida a tus descendientes y les enviaré mi bendición.


“Todos los que tenéis sed, venid a beber agua; los que no tenéis dinero, venid, y de balde adquirid trigo, y comed; sin pagar nada, adquirid vino y leche.


Venid a mí y prestad atención, escuchadme y viviréis. Yo haré con vosotros un pacto eterno, cumpliendo así las promesas que por amor hice a David.


El Señor me dijo: “Grita muy fuerte, sin miedo, alza la voz como una trompeta; reprende a mi pueblo por sus culpas, al pueblo de Jacob por sus pecados.


Señor, fuerza y protección mía, mi refugio en el momento de peligro; a ti vendrán las naciones desde el extremo de la tierra, y te dirán: “Tan sólo dioses falsos, inútiles y sin poder recibieron nuestros padres como herencia.


“Ve y habla a la ciudad de Jerusalén; grita para que lo oiga bien: ‘¡Así dice el Señor! Recuerdo que cuando eras joven, me eras fiel; que cuando te hice mi esposa, me amabas y me seguiste a través del desierto, tierra donde nada se cultiva.’


En cualquier parte a donde llegue esta corriente podrán vivir animales de todas clases y muchísimos peces. Porque el agua de este río convertirá el agua amarga en agua dulce, y habrá todo género de vida.


Durante esos siete días quemaréis ofrendas en honor del Señor, y el octavo día celebraréis también una reunión santa y quemaréis una ofrenda al Señor. Es un día de fiesta y no debéis hacer ninguna clase de trabajo duro.


“El día quince del mes séptimo, cuando hayáis recogido ya la cosecha, celebraréis una fiesta de siete días en honor del Señor, con reposo el primer día y el octavo.


El Señor está llamando a la ciudad, y es sabio oirle con reverencia: “Escuchad, pueblo y consejeros de la ciudad:


El Señor todopoderoso protegerá a los suyos, y ellos pisotearán las piedras de los honderos y devorarán a sus enemigos; beberán su sangre como vino, se llenarán de ella como un tazón, como los cuernos del altar.


“El día octavo lo celebraréis con una reunión solemne, y no haréis ese día ninguna clase de trabajo.


Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar.


Juan era aquel de quien el profeta Isaías había dicho: “Una voz grita en al desierto: ‘¡Preparad el camino del Señor; abridle un camino recto!’ ”


“Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán satisfechos.


Juan les contestó: –Yo soy, como dijo el profeta Isaías, ‘Una voz que grita en el desierto: ¡Abrid un camino recto para el Señor!’


Jesús le contestó: –Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre.


Jesús le contestó: –Si supieras lo que Dios da y quién es el que te está pidiendo agua, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva.


La mujer le dijo: –Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es muy hondo: ¿de dónde vas a darme agua viva?


pero el que beba del agua que yo le daré, jamás volverá a tener sed. Porque el agua que yo le daré brotará en él como un manantial de vida eterna.


Sin embargo, no queréis venir a mí para tener esa vida.


Y Jesús les dijo: –Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca más tendrá sed.


Todos los que el Padre me da vienen a mí, y a los que vienen a mí no los echaré fuera.


Porque mi cuerpo es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida.


Al oir esto, Jesús, que estaba enseñando en el templo, dijo con voz fuerte: –¡Así que vosotros me conocéis y sabéis de dónde vengo! Pues yo no he venido por mi propia cuenta, sino enviado por aquel que es digno de confianza y a quien vosotros no conocéis.


No podéis beber de la copa del Señor y, a la vez, de la copa de los demonios; ni podéis participar de la mesa del Señor y, a la vez, de la mesa de los demonios.


y bebieron la misma bebida espiritual. Porque bebían agua de la roca espiritual que los acompañaba en su viaje, la cual era Cristo.


Así también, después de la cena tomó en sus manos la copa y dijo: “Esta copa es el nuevo pacto confirmado con mi sangre. Cada vez que bebáis, hacedlo en memoria de mí.”


De la misma manera, todos nosotros, judíos o no judíos, esclavos o libres, fuimos bautizados para formar un solo cuerpo por medio de un solo Espíritu; y a todos se nos dio a beber de ese mismo Espíritu.


No os emborrachéis, pues eso lleva al desenfreno; al contrario, llenaos del Espíritu Santo.


Después me dijo: “Ya está hecho. Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin. Al que tenga sed le daré a beber gratis del manantial del agua de la vida.


El ángel me mostró un río limpio, de agua de vida, claro como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.


El Espíritu Santo y la esposa del Cordero dicen: “¡Ven!” Y el que escuche, diga: “¡Ven!” Y el que tenga sed, y quiera, venga y tome gratis del agua de la vida.


Swiv nou:

Piblisite


Piblisite