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Juan 14:12 - Dios Habla Hoy Versión Española

12 Os aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago; y hará otras todavía más grandes, porque yo voy al Padre.

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Biblia Reina Valera 1960

12 De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 »Les digo la verdad, todo el que crea en mí hará las mismas obras que yo he hecho y aún mayores, porque voy a estar con el Padre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 En verdad les digo: El que crea en mí hará las mismas obras que yo hago y, como ahora voy al Padre, las hará aún mayores.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, las obras que Yo hago, también él las hará; y mayores que éstas hará, porque Yo voy al Padre.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 'De verdad os aseguro: el que cree en mí, hará las obras que yo hago, y aun mayores las hará, porque yo voy al Padre.

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Juan 14:12
28 Referans Kwoze  

Jesús les contestó: –Os aseguro que, si tenéis fe y no dudáis, no solo podréis hacer lo que he hecho yo con la higuera, sino que aun si le decís a ese monte: ‘Quítate de ahí y arrójate al mar’, lo hará.


Vio de lejos una higuera que tenía hojas y se acercó a ver si también tenía fruto; pero no encontró más que las hojas, porque no era tiempo de higos.


Y estas señales acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán nuevas lenguas;


Ya me oísteis decir que me voy, y que vendré para estar otra vez con vosotros. Si de veras me amaseis os habríais alegrado al saber que voy al Padre, porque él es más que yo.


Pero os digo la verdad: es mejor para vosotros que me vaya. Porque si no me voy, el defensor no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré.


Porque es cierto lo que dice el refrán: ‘Uno es el que siembra y otro el que siega.’


Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace; y le mostrará cosas aún más grandes, que os dejarán asombrados.


Entonces dijo Jesús: –Voy a estar aún con vosotros un poco de tiempo, y después regresaré al que me ha enviado.


Con esto quería decir Jesús que quienes creyesen en él recibirían el Espíritu. Y es que el Espíritu todavía no había venido, porque Jesús aún no había sido glorificado.


pues les oían hablar en otras lenguas y alabar a Dios.


Así lo hizo durante muchos días, hasta que Pablo, ya molesto, terminó por volverse y decir al espíritu que la poseía: –¡En el nombre de Jesucristo te ordeno que salgas de ella! En aquel mismo momento, el espíritu la dejó.


que hasta los pañuelos o las ropas que habían sido tocadas por su cuerpo eran llevadas a los enfermos, y estos se curaban de sus enfermedades y los espíritus malignos salían de ellos.


Enaltecido y puesto por Dios a su mano derecha, recibió del Padre el Espíritu Santo prometido, el cual, a su vez, él repartió. Eso es lo que estáis viendo y oyendo.


Así pues, los que hicieron caso de su mensaje fueron bautizados, y aquel día se agregaron a los creyentes unas tres mil personas.


Decían: –¿Qué vamos a hacer con estos hombres? Todos los habitantes de Jerusalén saben que han hecho esta señal milagrosa, y no lo podemos negar.


Los apóstoles seguían dando un poderoso testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y Dios los bendecía mucho a todos.


Pero muchos de los que habían escuchado el mensaje creyeron, de modo que el número de creyentes, contando solamente los hombres, llegó a cerca de cinco mil.


Y sacaban los enfermos a las calles, poniéndolos en camas y camillas para que, al pasar Pedro, al menos su sombra cayera sobre alguno.


El mensaje de Dios iba extendiéndose, y el número de los creyentes aumentaba mucho en Jerusalén. Incluso muchos sacerdotes judíos aceptaban la fe.


De muchas personas salían gritando los espíritus impuros, y muchos paralíticos y cojos eran sanados.


Pedro le dijo: –Eneas, Jesucristo te sana. Levántate y arregla tu cama. Eneas se levantó al punto.


Pedro los hizo salir a todos, se arrodilló y oró; luego, mirando a la muerta, dijo: –¡Tabita, levántate! Ella abrió los ojos, y al ver a Pedro se incorporó.


por el poder de señales y milagros y por el poder del Espíritu de Dios. De esta manera he llevado a buen término el anuncio del evangelio de Cristo, desde Jerusalén y por todas partes hasta la región de Iliria.


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