Entonces se levantó el rey, y, aunque aún era de noche, dijo a sus oficiales: –Voy a explicaros lo que tratan de hacernos los sirios. Como saben que estamos padeciendo hambre, han salido del campamento y se han escondido en el campo, pensando que, cuando nosotros salgamos de la ciudad, nos atraparán vivos y entrarán en ella.
Jeroboam había ordenado que sus tropas de retaguardia dieran un rodeo y atacaran por la espalda, de modo que el grueso del ejército de Jeroboam quedó frente al de Judá, mientras que la retaguardia atacaba por detrás.
Yo afirmo, sin embargo, que más vale ser sabio que valiente, aunque la sabiduría del hombre pobre no sea tenida en cuenta ni se preste atención a lo que dice.
Pero no los creas, porque le esperan escondidos más de cuarenta de sus hombres, que han jurado bajo maldición no comer ni beber hasta matar a Pablo. Ahora ya están preparados, esperando solamente que les des una respuesta.
De pronto los israelitas salieron de donde estaban y se colocaron en orden de batalla en Baal-tamar; por su parte, los que estaban escondidos en la pradera, alrededor de Guibeá, abandonaron sus escondites
Entonces los benjaminitas se dieron cuenta de que habían perdido. Los israelitas se habían ido retirando ante el ataque de los benjaminitas, porque confiaban en los hombres que estaban escondidos para atacar a Guibeá.
Así dice el Señor todopoderoso: ‘Voy a castigar a los amalecitas por lo que le hicieron a Israel, pues se interpusieron en su camino cuando venía de Egipto.