6 (En realidad, la mujer había llevado a los hombres a la azotea de su casa y los había escondido debajo de unos manojos de lino que había puesto allí).
Un día, al atardecer, se levantó David de la cama, y se paseaba por la azotea del palacio real cuando vio a una mujer muy hermosa que se estaba bañando, acabando de purificarse de su periodo de menstruación. David mandó que se averiguase quién era ella, y le dijeron que era Betsabé, hija de Eliam y esposa de Urías el hitita. David ordenó entonces a unos mensajeros que se la trajeran, y se acostó con ella, después de lo cual ella volvió a su casa.
¿Acaso no te han contado lo que hice cuando Jezabel mató a los profetas del Señor? Pues escondí a cien de ellos metiéndolos en dos cuevas en grupos de cincuenta, y les di el alimento necesario.
y que, cuando Jezabel comenzó a matar a los profetas del Señor, había recogido a cien de ellos y, después de dividirlos en dos grupos de cincuenta, los había escondido en dos cuevas y les había dado el alimento necesario.
Pero Joseba, hija del rey Joram y hermana de Ocozías, apartó a Joás, hijo de Ocozías, de los otros hijos del rey a los que estaban matando, y lo escondió de Atalía, junto con su nodriza, en un dormitorio. Así que no lo mataron,
sino que ordenó a Jerahmeel, príncipe de sangre real, a Seraías, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdeel, que apresaran al profeta Jeremías y a su secretario Baruc. Pero el Señor los ocultó.
“Cuando uno de vosotros construya una casa, le pondrá un muro de protección alrededor de la azotea; así evitará que su familia sea culpable de una muerte en caso de que alguien se caiga de la casa.
Por fe, al nacer Moisés lo escondieron sus padres durante tres meses; porque vieron que era un niño hermoso y no tuvieron miedo de las órdenes que el rey había dado de matar a los niños.
Lo mismo pasó con Rahab, la prostituta: Dios la aceptó como justa por sus hechos, porque dio alojamiento a los mensajeros y los ayudó a salir por otro camino.
Se fueron al caer la noche, porque a esa hora se cierra la puerta de la ciudad, y no sé a dónde se fueron. Pero si salís en seguida a perseguirlos, los podréis alcanzar.
Los hombres del rey los persiguieron en dirección del río Jordán, hasta los vados. Tan pronto como los soldados salieron, fue cerrada la puerta de la ciudad.
Pero Josué perdonó la vida a Rahab y a su familia, porque ella escondió a los espías que Josué había enviado a Jericó. Desde entonces, los descendientes de Rahab viven entre los israelitas.