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Jonás 2:4 - Dios Habla Hoy Versión Española

4 Llegué a sentirme echado de tu presencia; pensé que no volvería a ver tu santo templo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos; Mas aún veré tu santo templo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Entonces dije: “Oh Señor, me has expulsado de tu presencia; aun así volveré a mirar hacia tu santo templo”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Me habías arrojado en el corazón del mar, y la corriente me cercaba, tus olas y tus remolinos pasaban sobre mí.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Me dije: Desechado soy de tu presencia, ¿Cómo podré volver a contemplar tu santa Casa?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Me arrojaste al abismo, al seno de los mares, y la corriente me envolvió; todas tus olas, tu oleaje, cargaron sobre mí.

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Jonás 2:4
20 Referans Kwoze  

y ora hacia este templo (ya que se oirá hablar de tu nombre grandioso y de tu gran despliegue de poder),


si se vuelven a ti con todo su corazón y toda su alma en el país enemigo adonde los hayan llevado cautivos, y oran a ti en dirección de esta tierra que diste a sus antepasados, y de la ciudad que escogiste, y del templo que te he construido,


yo arrancaré a Israel de la tierra que le he dado, arrojaré de mi presencia el templo que he consagrado, e Israel será motivo de burla constante entre todas las naciones.


si se vuelven a ti con todo su corazón y toda su alma en el país adonde los hayan llevado cautivos, y oran en dirección de esta tierra que diste a sus antepasados, y de la ciudad que escogiste, y del templo que te he construido,


En cambio yo, por tu gran amor, puedo entrar en tu templo; ¡puedo adorarte con toda reverencia mirando hacia tu santo templo!


Mira, en vez de amargura, ahora tengo paz. Tú has preservado mi vida de la fosa destructora, porque has perdonado todos mis pecados.


“Sión decía: ‘El Señor me abandonó, mi Dios se olvidó de mí.’


El Señor me dijo: “Aunque Moisés y Samuel se presentaran aquí, delante de mí, yo no tendría compasión de este pueblo. Diles que salgan de mi presencia, que se vayan.


Os arrojaré de mi presencia como antes arrojé a vuestros hermanos, los descendientes de Efraín.’


El agua me ha cubierto por completo, y he pensado: “Estoy perdido.”


El Señor me dijo: “El pueblo de Israel es como estos huesos. Andan diciendo: ‘Nuestros huesos están secos; no tenemos ninguna esperanza, estamos perdidos.’


Cuando Daniel supo que el decreto había sido firmado, se fue a su casa, abrió las ventanas de su dormitorio, que estaba orientado hacia Jerusalén, y se arrodilló para orar y alabar a Dios. Esto lo hacía tres veces al día, tal como siempre lo había hecho.


Al ver que la vida se me iba, me acordé de ti, Señor; mi oración llegó a ti en tu santo templo.


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