Desde hace mucho tiempo y hasta ahora hemos vivido en grave pecado. Por causa de nuestras maldades, tanto nosotros como nuestros reyes y sacerdotes hemos sido entregados al poder de los reyes de otros países. Hemos sido heridos, desterrados, saqueados y despreciados, y en esa misma situación estamos ahora.
Madres con muchos hijos se desmayan, quedan sin aliento; avergonzadas y humilladas, la luz del día se les vuelve oscuridad. Si algunos quedan con vida, haré que sus enemigos los maten. Yo, el Señor, doy mi palabra.”
Tu propia maldad te castigará, tu infidelidad te condenará. Piensa y verás cuán malo y amargo ha sido que me abandones y que no me hayas honrado, a mí, que soy el Señor tu Dios. Yo, el Señor todopoderoso, lo afirmo.
Pero tú, Señor, estás conmigo como un guerrero invencible. Los que me persiguen, caerán y no podrán vencerme; fracasarán, quedarán avergonzados, cubiertos para siempre de deshonra inolvidable.
Y ahora el Señor dice: ‘Pero vosotros no habéis querido hacerme caso; me irritáis adorando a dioses hechos por vosotros mismos, y esto será para vuestro propio mal.’
Humillémonos, pues, avergonzados, cubiertos de deshonra, pues desde niños y hasta ahora, nosotros y nuestros antepasados hemos pecado contra el Señor nuestro Dios y no le hemos obedecido.”
a causa de las maldades que cometieron, pues me ofendieron adorando a otros dioses y ofreciéndoles incienso; dioses con los que ni ellos ni vosotros ni vuestros antepasados teníais nada que ver.
Los ayes de mi pueblo se oyen por todo el país: “¿Ya no está el Señor en Sión? ¿Ya no está allí su rey?” Y el Señor responde: “¿Por qué me ofendieron adorando a los ídolos, a dioses inútiles y extraños?”
Desde Sión nos llegan ayes de dolor: ¡Ay, cómo hemos quedado en ruinas! ¡Qué deshonra hemos sufrido! Debemos abandonar nuestra patria, nuestros hogares, que están en ruinas.