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Jeremías 47:3 - Dios Habla Hoy Versión Española

3 Al oir el galope de los caballos, el estruendo de los carros y el ruido de las ruedas, les faltan fuerzas a los padres y abandonan a sus hijos.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Por el sonido de los cascos de sus caballos, por el alboroto de sus carros, por el estruendo de sus ruedas, los padres no cuidaron a los hijos por la debilidad de sus manos;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Escuchen el ruido de los cascos de los caballos y el estruendo de las ruedas de los carros de guerra al pasar. Los padres aterrorizados corren desesperados; ni siquiera miran hacia atrás para ver a sus hijos indefensos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Se oye el martilleo de las herraduras de sus caballos, el ruido de sus carros y el estrépito de sus ruedas. Los padres ya no miran por sus hijos, sus manos están sin fuerza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Por el galopar de sus caballos, Por el alboroto de sus carros, Por el estruendo de sus ruedas, Los padres, ya sin fuerzas, Ni siquiera miran por sus hijos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 al ruido del piafar de los cascos de sus caballos, al estruendo de sus carros, al rechinar de sus ruedas. Los padres no se vuelven a mirar por sus hijos, a causa de la debilidad de sus manos,

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Jeremías 47:3
14 Referans Kwoze  

Tienen las flechas bien agudas y todos sus arcos bien tensos. Los cascos de sus caballos son como dura piedra, y como un torbellino las ruedas de sus carros;


“¡Que avance la caballería! ¡Adelante los carros! ¡Que se pongan en marcha los guerreros: los soldados de Etiopía y de Libia, armados de escudos; los soldados de Lidia, que manejan bien el arco!


Están armados de arcos y lanzas; son crueles, no tienen compasión, sus gritos son como el estruendo del mar y van montados a caballo. Están listos para la batalla contra Babilonia.


¡Ya viene el enemigo! ¡Ya se oye desde Dan el resoplar de sus caballos! Cuando relinchan, tiembla toda la tierra. Vienen a destruir el país y todos sus bienes, las ciudades y a los que en ellas viven.”


Vendrán contra ti, con gran número de carros y de ejércitos; te rodearán por todas partes, armados, y con cascos y escudos, y yo les daré el derecho de juzgarte, y te juzgarán según sus leyes.


Los carros corren con furia por las calles, van de un lado a otro de las plazas, son como antorchas encendidas, pasan como relámpagos.


Como el agua a través de un dique roto, así huyen los habitantes de Nínive. “¡Deteneos! ¡Volved!” les gritan, pero nadie vuelve.


Sus cuerpos estaban protegidos con una especie de armadura de hierro, y el ruido de sus alas era como el de muchos carros tirados por caballos cuando entran en combate.


“¡Resuenan los cascos de los caballos! ¡Galopan, galopan los briosos corceles!


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