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Jeremías 42:1 - Dios Habla Hoy Versión Española

1 Todos los jefes militares, incluyendo a Johanán, hijo de Caréah, y a Azarías, hijo de Hosaías, y toda la gente, chicos y grandes, se acercaron

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Biblia Reina Valera 1960

1 Vinieron todos los oficiales de la gente de guerra, y Johanán hijo de Carea, Jezanías hijo de Osaías, y todo el pueblo desde el menor hasta el mayor,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Entonces los líderes militares, incluidos Johanán, hijo de Carea, y Jezanías, hijo de Osaías, junto con todo el pueblo, desde el menos importante hasta el más importante, se acercaron a

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Entonces todos los oficiales, especialmente Joanán, hijo de Carea, y Azarías, hijo de Hosías, y todo el pueblo, chicos y grandes, fueron a ver al profeta Jeremías

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Todos los capitanes de la gente de guerra, junto a Johanán ben Carea, Jezanías ben Osaías, y todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor, se acercaron

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Entonces, todos los jefes de las tropas, Juan, hijo de Caréaj; Azarías, hijo de Hosaías, y la población entera, desde el menor al mayor, se acercaron

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Jeremías 42:1
25 Referans Kwoze  

Y cuando los jefes del ejército de Judá y sus hombres lo supieron, fueron a Mispá para hablar con Guedalías. Eran Ismael, hijo de Netanías; Johanán, hijo de Caréah; Seraías, hijo de Tanhúmet, de Netofá; y Jaazanías, hijo de un hombre de Maacá. Fueron acompañados de sus hombres.


El Señor me dijo: “Este pueblo me sirve de palabra y me honra de labios afuera, pero su corazón está lejos de mí, y el culto que me rinde es invento de hombres y cosas aprendidas de memoria.


“Escucha esto, familia de Jacob, que llevas el nombre de Israel y eres descendiente de Judá; que juras por el nombre del Señor, que invocas al Dios de Israel, aunque sin honradez ni rectitud;


El rey Sedequías envió a Jucal, hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maaseías, a ver al profeta Jeremías y decirle: “Ora por nosotros al Señor nuestro Dios.”


Johanán, hijo de Caréah, y todos los demás comandantes de tropas que habían quedado en los campos, fueron a Mispá, a ver a Guedalías,


fueron con su gente a Mispá, a ver a Guedalías. Entre ellos estaban Ismael, hijo de Netanías; Johanán y Jonatán, hijos de Caréah; Seraías, hijo de Tanhúmet; los hijos de Efai de Netofá, y Jezanías, hijo de un hombre de Maacat, y sus hombres.


Cuando Johanán, hijo de Caréah, y los jefes militares que estaban con él se enteraron del crimen que Ismael había cometido,


Por su parte, Johanán y los jefes militares que le acompañaban se hicieron cargo de los soldados, las mujeres, los niños y los altos funcionarios que Ismael se había llevado presos de Mispá después de matar a Guedalías, y que Johanán había traído de vuelta desde Gabaón.


para escapar de los caldeos, pues les tenían miedo por haber matado Ismael a Guedalías, a quien el rey de Babilonia había nombrado gobernador del país.


Habéis cometido un error fatal, pues vosotros mismos me encargasteis que acudiera al Señor vuestro Dios, y me dijisteis: ‘Ruega al Señor nuestro Dios por nosotros y haznos saber todo lo que él ordene, para que lo hagamos.’


y este llamó a Johanán, hijo de Caréah, y a los jefes militares que le acompañaban, y a toda la gente, desde el más chico hasta el más grande,


Azarías, hijo de Hosaías, Johanán, hijo de Caréah, y otros hombres arrogantes dijeron a Jeremías: “¡Lo que dices es mentira! El Señor nuestro Dios no te ha encargado de decirnos que no vayamos a vivir a Egipto.


Haré que los que quedaron de Judá y se empeñaron en irse a vivir a Egipto, sean destruidos allá por completo. Todos, desde el más chico hasta el más grande, morirán por la guerra o el hambre, y se convertirán en ejemplo de maldición y humillación, en algo que causará terror.


“Todos, grandes y pequeños, piensan solo en ganancias deshonestas; profetas y sacerdotes, todos cometen fraudes.


Por eso, voy a entregar sus mujeres a otros hombres, y sus tierras a otros dueños. Porque todos, grandes y pequeños, piensan solo en ganancias deshonestas; profetas y sacerdotes, todos cometen fraudes.


El poder de Dios me levantó y me llevó hasta la entrada oriental del templo del Señor. En la puerta había veinticinco hombres. Entre ellos distinguí a Jaazanías, hijo de Azur, y a Pelatías, hijo de Benaías, que eran jefes del pueblo.


Y así mi pueblo viene y se sienta delante de ti, como es su costumbre hacerlo, para oir tus palabras. Pero no las ponen en práctica. Las repiten como si fueran canciones amorosas, pero su corazón va tras el dinero.


Setenta ancianos israelitas, entre los que se encontraba Jaazanías, hijo de Safán, rendían culto a aquellos ídolos. Cada uno tenía un incensario en la mano, del cual subía una espesa nube de incienso.


‘Este pueblo me honra de labios afuera, pero su corazón está lejos de mí.


Todos, del más pequeño al más grande, le escuchaban atentamente y decían: “Este es el que llaman ‘el gran poder de Dios’.”


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