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Jeremías 4:13 - Dios Habla Hoy Versión Española

13 Mirad, el enemigo avanza como una nube, sus carros de guerra parecen un huracán, sus caballos son más ligeros que las águilas. ¡Ay de nosotros, estamos perdidos!

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Biblia Reina Valera 1960

13 He aquí que subirá como nube, y su carro como torbellino; más ligeros son sus caballos que las águilas. ¡Ay de nosotros, porque entregados somos a despojo!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 ¡Nuestro enemigo avanza hacia nosotros como nubarrones! Sus carros de guerra son como torbellinos; sus caballos son más veloces que las águilas. ¡Qué horrible será, pues estamos condenados!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Miren cómo el destructor se levanta como las nubes, sus carros parecen un huracán y sus caballos son más rápidos que las águilas. ¡Pobres de nosotros, estamos perdidos!

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Mirad: sube como las nubes, Sus carros, como la tormenta; Sus caballos son más ligeros que las águilas. ¡Ay de nosotros, porque estamos perdidos!°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Mirad: sube como las nubes, y sus carros como el huracán; sus caballos más ligeros que las águilas. ¡Ay de nosotros, pues estamos perdidos!

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Jeremías 4:13
28 Referans Kwoze  

“Saúl y Jonatán, amados y queridos, ni en su vida ni en su muerte estuvieron separados. ¡Más veloces eran que las águilas! ¡Más fuertes que los leones!


Vienen de un país lejano, de más allá del horizonte. Es el Señor con los instrumentos de su ira, que viene a destruir toda la tierra.


Profecía contra Egipto: Mirad al Señor: viene a Egipto montado en veloz nube. Ante él tiemblan los ídolos de Egipto, y los egipcios se llenan de terror.


Ciertamente Jerusalén se derrumba, Judá se queda en ruinas, porque allí se dicen y hacen cosas contra el Señor, cosas que ofenden su majestad.


Tienen las flechas bien agudas y todos sus arcos bien tensos. Los cascos de sus caballos son como dura piedra, y como un torbellino las ruedas de sus carros;


Porque el Señor llega en medio de fuego, sus carros parecen un torbellino; y va a descargar el ardor de su ira y las llamas ardientes de su castigo.


–¡Ay de mí, que estoy en ruinas! ¡Mis heridas no tienen curación! ¡Y yo que pensé que podría soportar este dolor!


El viento que yo haré venir será demasiado fuerte para eso, pues ahora voy a dictar sentencia contra ellos.”


Oigo gritos de dolor, como de una mujer que da a luz a su primer hijo; son los gritos de Sión, que gime, extiende los brazos y dice: ‘¡Ay de mí! ¡Me van a matar los asesinos!’ ”


Yo, que soy el rey y me llamo el Señor todopoderoso, lo juro por mi vida: Como el Tabor, que se destaca entre los montes, y como el Carmelo, que se alza sobre el mar, así es el enemigo que vendrá.


El Señor dice: “El enemigo de Moab se lanza contra él como un águila con las alas extendidas.


El enemigo se lanzará contra Bosrá como un águila con las alas extendidas, y aquel día los guerreros de Edom temblarán como mujer de parto.”


Están armados de arcos y lanzas; son crueles, no tienen compasión; sus gritos son como el estruendo del mar, y van montados a caballo. Están listos para la batalla contra Sión.”


Desde Sión nos llegan ayes de dolor: ¡Ay, cómo hemos quedado en ruinas! ¡Qué deshonra hemos sufrido! Debemos abandonar nuestra patria, nuestros hogares, que están en ruinas.


Más veloces que las águilas del cielo son nuestros perseguidores; nos persiguen por los montes, ¡nos ponen trampas en el desierto!


Cuando el rey de Babilonia entre por tus puertas como se entra en una ciudad tomada por asalto, serán tantos los caballos, que te cubrirán con el polvo que levanten; tus murallas temblarán al estruendo de sus carros y caballería;


Llegarás tú, como un nubarrón, para cubrir el país, y lo invadirás como una tormenta con todos tus ejércitos y pueblos numerosos.


‘Cuando llegue el momento final, el rey del sur atacará al rey del norte, pero este saldrá a su encuentro, y como una tormenta se lanzará contra el sur, inundando todo el país con carros de guerra, tropas de caballería y muchos barcos.


El primero parecía un león, pero tenía alas de águila. Mientras yo lo estaba mirando, le arrancaron las alas, lo levantaron del suelo y lo apoyaron sobre sus patas traseras, poniéndolo de pie como un hombre, y su cerebro se convirtió en el de un ser humano.


“Toca tu trompeta, como centinela que vigila sobre el pueblo del Señor. Porque han faltado a mi pacto y se han rebelado contra mi enseñanza.


Aquel día os cantarán canciones en son de lamento. Os dirán: ‘Hemos sido completamente destruidos; nuestro pueblo, propiedad del Señor, ha cambiado de dueño sin que nadie lo impida; nuestros campos han sido repartidos entre nuestros conquistadores.’ ”


El Señor es paciente pero poderoso, y no dejará de castigar al culpable. El Señor camina sobre la tormenta, y las nubes son el polvo de sus pies.


Sus caballos son más veloces que los leopardos, más salvajes que los lobos del desierto. Sus jinetes galopan en masa y se lanzan al ataque desde lejos, como se lanza el águila sobre su presa.


Tuve otra visión. Vi aparecer cuatro carros de guerra por entre dos montañas de bronce.


Entonces se verá en el cielo la señal del Hijo del hombre, y todos los pueblos del mundo llorarán de terror viendo venir en las nubes del cielo al Hijo del hombre con gran poder y gloria.


Desde el país más lejano del mundo, el Señor lanzará contra ti, con la rapidez de un águila en vuelo, una nación cuya lengua no entiendes,


¡Cristo viene en las nubes! Todos le verán, incluso los que le traspasaron; y todos los pueblos del mundo harán duelo y llorarán por él. Sí, amén.


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