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Jeremías 15:2 - Dios Habla Hoy Versión Española

2 Y si te preguntan a dónde han de ir, diles esto de mi parte: ‘Los destinados a morir de peste, a morir de peste; los destinados a morir en la guerra, a morir en la guerra; los destinados a morir de hambre, a morir de hambre; los destinados al destierro, al destierro.’

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Biblia Reina Valera 1960

2 Y si te preguntaren: ¿A dónde saldremos? les dirás: Así ha dicho Jehová: El que a muerte, a muerte; el que a espada, a espada; el que a hambre, a hambre; y el que a cautiverio, a cautiverio.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Y si te dijeren: “¿Pero adónde podemos ir?”, diles: “Esto dice el Señor: »”‘Los que están destinados a la muerte, a la muerte; los destinados a la guerra, a la guerra; los destinados al hambre, al hambre; los destinados al cautiverio, al cautiverio’”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Y si te preguntan: ¿Dónde? Diles: Así habla Yavé: Quien está condenado a la peste, a la peste; quien a la espada, a la espada; quien al hambre, al hambre; y quien al cautiverio, al cautiverio.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Y si te preguntan: ¿A dónde saldremos? les dirás: Así dice YHVH: ¡El destinado a muerte, a muerte, El destinado a espada, a espada, El destinado a hambre, a hambre, El destinado a cautiverio, a cautiverio!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Y si te dicen: '¿Adónde iremos?', les responderás: así dice Yahveh: 'Quien a la muerte, a la muerte; quien a la espada, a la espada; quien al hambre, al hambre; quien al cautiverio, al cautiverio.

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Jeremías 15:2
18 Referans Kwoze  

Si no son humillados y llevados presos, caerán con los que mueran asesinados. Sin embargo, la ira del Señor no se ha calmado; él sigue amenazando todavía.


El que escape de los cazadores caerá en el hoyo, y el que salga del hoyo caerá en la trampa. Un diluvio vendrá del cielo y temblarán los cimientos de la tierra.


Por mucho que ayune, no escucharé sus súplicas; por muchos holocaustos y ofrendas de cereales que me traiga, no lo miraré con agrado. Voy a destruirlo con guerra, hambre y peste.”


Y el pueblo al que ellos se dirigen morirá también por la guerra y el hambre, con sus mujeres, sus hijos y sus hijas. Los cadáveres serán arrojados a las calles de Jerusalén, y no habrá quien los entierre. Así les haré pagar su maldad.


Morirán de enfermedades terribles y nadie llorará por ellos ni los enterrará: quedarán tendidos como estiércol en la tierra. La guerra y el hambre acabarán con ellos, y sus cadáveres serán devorados por las aves de rapiña y por las fieras.”


En este lugar haré pedazos los planes de Judá y de Jerusalén. Haré que sus enemigos mortales los derroten y los maten, y que sus cadáveres sirvan de comida a las aves de rapiña y a las fieras.


Él vendrá y destruirá el país de Egipto. Los que están destinados a morir, morirán; los que están destinados a ir al destierro, irán al destierro; y los que están destinados a morir en la guerra, morirán en la guerra.


Diles que tú eres una señal de alarma para ellos, y que tendrán que hacer lo mismo que tú hiciste, porque serán llevados al destierro.


“Yo, el Señor, digo: Peor todavía será cuando mande contra Jerusalén mis cuatro castigos terribles: la guerra, el hambre, los animales salvajes y las enfermedades, y mate a hombres y animales.


“Diles también: ‘Así dice el Señor: Juro por mi vida que los que viven en las ciudades en ruinas también serán asesinados, y a los que viven en el campo haré que se los coman las fieras, y los que viven en rocas y cuevas morirán de enfermedades.


Una tercera parte de tus habitantes morirá de peste y de hambre dentro de ti; otra tercera parte caerá asesinada por los enemigos en los alrededores, y a la tercera parte restante la dispersaré a los cuatro vientos. Yo iré detrás de ellos con una espada en la mano.


Cuando termine el ataque a la ciudad, quema una de las tres partes del pelo en medio de la ciudad; toma después un cuchillo y corta otra de esas tres partes de pelo alrededor de la ciudad, y la parte restante lánzala al viento. Yo iré detrás de la gente de la ciudad, con una espada en la mano.


Tú, al enviarnos una calamidad tan grande, has cumplido la amenaza que nos hiciste a nosotros y a los que nos gobernaron; pues jamás ha habido en el mundo nada comparable al castigo que ha caído sobre Jerusalén.


Será como cuando uno huye de un león y se topa con un oso, o como cuando uno entra en su casa, se apoya en la pared y le muerde una culebra.


A las ovejas les dije: “¡No volveré a ser vuestro pastor! ¡Si alguna ha de morir, que muera! ¡Si a alguna la matan, que la maten! ¡Y las que queden, que se coman unas a otras!”


“A los que deban ir presos, se los llevarán presos; y a los que deban morir a filo de espada, a filo de espada los matarán.” ¡Ahí se verá la fortaleza y la fe del pueblo santo!


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