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Jeremías 14:2 - Dios Habla Hoy Versión Española

2 “Judá llora de tristeza, sus ciudades están afligidas, la gente está tendida por el suelo. Jerusalén lanza gritos de dolor.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Se enlutó Judá, y sus puertas se despoblaron; se sentaron tristes en tierra, y subió el clamor de Jerusalén.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 «Judá desfallece; el comercio a las puertas de la ciudad se estanca. Todo el pueblo se sienta en el suelo porque está de luto, y surge un gran clamor de Jerusalén.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Judá está de duelo, y sus ciudades van a la ruina; están en el suelo, y de Jerusalén suben lamentos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 ¡Judá está cubierto de luto, Sus portales° languidecen, Se inclinan consternados hacia el suelo, Y sube el clamor de Jerusalem!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 De luto está Judá, y languidecen sus puertas; yacen en tierra desoladas, y el grito de Jerusalén asciende.

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Jeremías 14:2
30 Referans Kwoze  

Hicieron que los gritos de los pobres y oprimidos llegaran hasta Dios, y él los escuchó.


y atendió sus quejas, acordándose del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob.


Mi corazón pide socorro para Moab; su gente sale huyendo hasta Sóar, hasta Eglat-selisiya. Por la cuesta de Luhit suben llorando; por el camino de Horonaim lanzan gritos de dolor ante el desastre.


La gente llora en las calles por la escasez de vino; toda la alegría se ha apagado, ha quedado desterrada de la tierra.


La tierra se seca y se marchita, el mundo entero se reseca, se marchita, y el cielo y la tierra se llenan de tristeza.


El vino escasea, las vides enferman, quienes vivían alegres se llenan de tristeza.


La ciudad llorará y se pondrá de luto, y quedará en completo abandono.


La tierra está de luto y triste, el Líbano se marchita avergonzado, el valle de Sarón se ha convertido en un desierto, y Basán y el monte Carmelo están pelados.


La viña del Señor todopoderoso, su plantación preferida, es el país de Israel, el pueblo de Judá. El Señor esperaba de ellos respeto a su ley, y solo ve asesinatos; esperaba justicia, y solo escucha gritos de dolor.


Por lo tanto, voy a enviarles una calamidad de la que no podrán escapar. Por más que griten pidiéndome auxilio, no los escucharé. Yo, el Señor, lo afirmo.


Lo dejaron desierto y desolado, y yo lo veo lamentarse. Todo el país está desierto, pero a nadie le preocupa.


¿Hasta cuándo estará seca la tierra y marchita la hierba de los campos? Los animales y las aves se están muriendo por la maldad de los habitantes del país, que piensan que no ves lo que hacen.


Envía de repente contra ellos una banda de bandidos: ¡que se oigan sus gritos de terror! Porque cavaron un hoyo para atraparme, pusieron trampas a mi paso.


La tierra se llenará de tristeza y el cielo se pondrá de luto. He hablado, y no me arrepentiré; lo he resuelto, y no me volveré atrás.


Las naciones ya saben que has sido humillado, y en toda la tierra se te oye gritar; chocan los guerreros unos contra otros y juntos ruedan por el suelo.”


Sufro con el sufrimiento de mi pueblo; la tristeza y el terror se han apoderado de mí.


El Señor decidió derribar las murallas de la bella Sión. Trazó el plan de destrucción y lo llevó a cabo sin descanso. Paredes y murallas que él ha envuelto en luto, se han venido abajo al mismo tiempo.


La ciudad no tiene puertas ni cerrojos: ¡quedaron destrozados, tirados por el suelo! Su rey y sus gobernantes están entre paganos; ya no existe la ley de Dios. ¡Ni siquiera sus profetas tienen visiones de parte del Señor!


La piel nos arde como un horno por la fiebre que el hambre nos causa.


Por eso el país está de luto, se quedan sin fuerzas los que viven en él, y mueren los animales salvajes y las aves y también los peces del mar.


Los campos están desolados; las tierras, de luto. El trigo se ha perdido, las viñas se han secado y los olivos están marchitos.


Vosotros, los que trabajáis en campos y viñas, llorad entristecidos, pues se echaron a perder las siembras y las cosechas de trigo y de cebada.


Convocad al pueblo y proclamad ayuno; juntad en el templo del Señor vuestro Dios a los ancianos y a todos los habitantes del país, e invocad al Señor.


La gente tiembla al verlas, y todas las caras palidecen.


Yo fui quien trajo la sequía sobre los campos y sobre los montes, sobre el trigo, las viñas y los olivares, sobre las cosechas del campo, sobre los hombres y los animales, y sobre todas sus labores.”


y dijo: “Así como ellos no quisieron escucharme cuando yo los llamaba, tampoco yo los escucharé cuando me invoquen.


Los gritos de la ciudad llegaban hasta el cielo, pues los que no se morían tenían el cuerpo lleno de tumores.


“Mañana, a esta misma hora, te mandaré un hombre de la región de Benjamín, a quien deberás consagrar como gobernante de mi pueblo Israel. Él lo librará del dominio de los filisteos, porque me he compadecido de mi pueblo cuando sus quejas han llegado hasta mí.”


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