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Génesis 49:4 - Dios Habla Hoy Versión Española

4 Pero no serás más el primero, tú que eres como un torrente incontenible, pues deshonraste mi cama al acostarte con mi concubina.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 Impetuoso como las aguas, no serás el principal, Por cuanto subiste al lecho de tu padre; Entonces te envileciste, subiendo a mi estrado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Pero eres tan impetuoso como una inundación, y ya no serás más el primero. Pues te acostaste con mi esposa; deshonraste mi cama matrimonial.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Eres como las aguas espumantes: no te encumbrarás, tú que subiste al lecho de tu padre y deshonraste mi cama.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Incontrolable como las aguas, No serás el principal, Pues subiste al lecho de tu padre y lo profanaste: ¡Mi tálamo escaló!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 hirviente como el agua: no tendrás la primacía, porque subiste al lecho de tu padre; profanaste mi tálamo.

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Génesis 49:4
11 Referans Kwoze  

Estando ya establecido Israel en aquel lugar, Rubén fue y se acostó con Bilhá, que era concubina de su padre. Cuando este lo supo, se enojó muchísimo. Los hijos de Jacob fueron doce.


Estos son los nombres de los israelitas que fueron a Egipto; es decir, Jacob y sus descendientes: Rubén, el primogénito de Jacob.


Los hijos de Rubén, el primogénito de Israel, fueron Hanoc, Falú, Hesrón y Carmí. Rubén era realmente el primogénito, pero perdió sus derechos de primogenitura por haber abusado de la mujer de su padre (esos derechos pasaron a los hijos de José, otro hijo de Israel, pues aunque Judá llegó después a ser más poderoso que sus hermanos y de él salió un jefe, los derechos de primogenitura fueron de José).


Se oye decir que uno de vosotros tiene como mujer a su propia madrastra. Este es un caso tan grave de inmoralidad, que ni siquiera se da entre los paganos.


‘Maldito el que se acueste con la mujer de su padre, pues con ello lo deshonra.’ Y todo el pueblo dirá: ‘Amén.’


Acerca de Rubén dijo: “¡Viva Rubén! ¡Que no muera, aunque sean pocos sus hombres!”


‘No codicies la mujer de tu prójimo. No desees la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su esclavo o su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que le pertenezca.’


No pueden ver a una mujer sin desearla; no se cansan de pecar. Seducen a las almas débiles; son expertos en la avaricia; son gente maldita.


En cada una de sus cartas os ha hablado de esto, aunque hay en ellas puntos difíciles de entender que los ignorantes y los débiles en la fe tuercen, como tuercen las demás Escrituras, para su propia perdición.


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