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Génesis 24:2 - Dios Habla Hoy Versión Española

2 Un día llamó al más anciano de sus siervos, el que estaba al cargo de todo lo suyo, y le dijo: –Pon tu mano debajo de mi muslo

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Biblia Reina Valera 1960

2 Y dijo Abraham a un criado suyo, el más viejo de su casa, que era el que gobernaba en todo lo que tenía: Pon ahora tu mano debajo de mi muslo,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Cierto día Abraham le dijo a su siervo más antiguo, el hombre que estaba a cargo de su casa: —Haz un juramento poniendo tu mano debajo de mi muslo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Abrahán dijo a su servidor más antiguo, que era su mayordomo: 'Pon tu mano bajo mi muslo,

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Y dijo Abraham a su siervo, el más antiguo de su casa, el cual gobernaba todo lo que tenía: Pon ahora tu mano bajo mi muslo,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Dijo Abrahán a su siervo, el más antiguo de su casa, el que administraba todos sus bienes: 'Pon tu mano bajo mi muslo,

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Génesis 24:2
14 Referans Kwoze  

Pero Abram le contestó: –Señor y Dios, ¿de qué me sirve que me des recompensa, si, como tú bien sabes, no tengo hijos? Como no me has dado ningún hijo, el heredero de todo lo que tengo va a ser Eliézer de Damasco, uno de mis criados.


El siervo dijo: –Yo soy siervo de Abraham.


Mi amo me hizo jurar, diciéndome: ‘No dejes que mi hijo se case con una mujer de esta tierra de Canaán en la que yo vivo.


Después de esto, José ordenó a su mayordomo: –Llena los costales de estos hombres con todo el trigo que puedan llevar y pon el dinero de cada uno de ellos en la boca de su costal.


Un día sintió Israel que ya pronto iba a morir. Entonces mandó llamar a su hijo José para decirle: –Si de veras quieres hacerme un favor, pon tu mano debajo de mi muslo y júrame que harás lo que te voy a pedir: ¡por favor, no me entierres en Egipto!


–¡Júramelo! –insistió su padre. José se lo juró, y entonces Israel se inclinó sobre la cabecera de su cama.


Los ancianos que vivían en su palacio acudían a rogarle que se levantara del suelo, pero él se negaba a hacerlo, y tampoco comía con ellos.


pero Zimrí, un oficial suyo al mando de la mitad de los carros de combate, conspiró contra él. Un día, estando Elá en Tirsá, en casa de Arsá, su mayordomo, bebió hasta emborracharse.


Y todos los jefes y guerreros, con todos los hijos del rey David, dieron su apoyo al rey Salomón.


Los ancianos que gobiernan bien la iglesia deben ser doblemente apreciados, especialmente los que se dedican a predicar y enseñar.


El capataz le contestó: –Es una moabita, que vino de Moab con Noemí.


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