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Éxodo 16:3 - Dios Habla Hoy Versión Española

3 y les decían: –¡Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto! Allí nos sentábamos junto a las ollas de carne, y comíamos hasta hartanos; pero vosotros nos habéis traído al desierto para matarnos a todos de hambre.

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Biblia Reina Valera 1960

3 y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 «¡Si tan solo el Señor nos hubiera matado en Egipto! —protestaban—. Allá nos sentábamos junto a las ollas llenas de carne y comíamos todo el pan que se nos antojaba; pero ahora tú nos has traído a este desierto para matarnos de hambre».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Les decían: '¡Ojalá Yavé nos hubiera hecho morir en Egipto! Allí nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan en abundancia. Ustedes, en cambio, nos han traído a este desierto en que todo ese gentío morirá de hambre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Y les decían los hijos de Israel: ¡Ojalá hubiéramos muerto por mano de YHVH en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne, cuando comíamos pan a saciedad! ¡Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Los israelitas les decían: '¡Ojalá hubiéramos muerto a manos de Yahveh en tierra de Egipto, cuando nos sentábamos en torno a las ollas de carne y comíamos pan en abundancia! ¡Nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta muchedumbre!'.

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Éxodo 16:3
32 Referans Kwoze  

El rey se conmovió, y subiendo al cuarto que estaba encima de la puerta se echó a llorar. Y mientras caminaba, decía: “¡Absalón, hijo mío! ¡Absalón, hijo mío! ¡Ojalá yo hubiera muerto en tu lugar! ¡Hijo mío, Absalón, hijo mío!”


Por fin Job rompió su silencio y maldijo el día en que había nacido.


¡Maldita sea aquella noche, que me dejó nacer y no me ahorró ver tanta miseria!


¿Por qué deja Dios ver la luz al que sufre? ¿Por qué da vida al que está lleno de amargura,


Y a Moisés le dijeron: –¿Acaso no había sepulcros en Egipto, que nos sacaste de allá para hacernos morir en el desierto? ¿Por qué nos has hecho esto? ¿Por qué nos sacaste de Egipto?


Pero el pueblo tenía sed; y murmuraron contra Moisés. Decían: –¿Para qué nos hiciste salir de Egipto? ¿Para matarnos de sed, junto con nuestros hijos y nuestros animales?


Con el correr del tiempo murió el rey de Egipto. Pero los israelitas seguían quejándose y lamentando su esclavitud. Entonces Dios escuchó sus lamentos


y les dijeron: –Que el Señor mire lo que habéis hecho, y os castigue. Porque vosotros tenéis la culpa de que el faraón y sus funcionarios nos miren mal. Vosotros mismos les habéis puesto la espada en la mano para que nos maten.


No se preocuparon de buscarme a mí, que los saqué de Egipto, que los guié por el desierto, tierra seca y llena de barrancos, tierra sin agua, llena de peligros, tierra donde nadie vive, por donde nadie pasa.


y decís: ‘Preferimos ir a vivir a Egipto, donde no veremos guerra, ni oiremos el sonido de la trompeta, ni nos moriremos de hambre’,


Al contrario, seguiremos haciendo lo que habíamos decidido hacer. Seguiremos ofreciendo incienso y ofrendas de vino a la diosa Reina del Cielo, como lo hemos hecho hasta ahora y como antes lo hicieron nuestros antepasados y nuestros reyes y jefes en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. Pues antes teníamos comida en abundancia, nos iba bien y no nos vino ninguna desgracia;


Mejor les fue a los que murieron en batalla que a los que murieron de hambre, porque estos murieron lentamente al faltarles los frutos de la tierra.


Si vas a seguir tratándome así, mejor será que me quites la vida, si es que de veras me estimas. Así no tendré que verme en tantas dificultades.


Comerán carne durante todo un mes, hasta que se les salga por las narices y les dé asco, porque me han rechazado a mí, el Señor, que estoy en medio de ellos, y han llorado y han dicho ante mí: ‘¿Para qué salimos de Egipto?’


Todos ellos comenzaron a hablar mal de Moisés y de Aarón. Decían: “¡Ojalá hubiéramos muerto en Egipto, o aquí en el desierto!


¿Para qué nos trajo el Señor a este país? ¿Para morir en la guerra, y que nuestras mujeres y nuestros hijos caigan en poder del enemigo? ¡Más nos valdría regresar a Egipto!”


¿Te parece poco habernos sacado de un país donde la leche y la miel corren como el agua, para hacernos morir en el desierto, que además quieres ser nuestro jefe supremo?


Al día siguiente, todo el pueblo de Israel empezó a hablar contra Moisés y Aarón. Decían: –¡Estáis matando al pueblo del Señor!


y empezaron a hablar contra Dios y contra Moisés. Decían: –¿Para qué nos sacasteis de Egipto? ¿Para hacernos morir en el desierto? No tenemos ni agua ni comida. ¡Ya estamos cansados de esta comida miserable!


–Pues por poco o por mucho –dijo Pablo–, quiera Dios que, no solamente tú, rey Agripa, sino también todos los que hoy me están escuchando, lleguen a ser como yo, aunque sin estas cadenas.


Al parecer, ya sois ricos, tenéis todo lo que podéis desear y os sentís como reyes, sin necesitar nada de nosotros. ¡Ojalá fuerais reyes de verdad, para que nosotros tuviéramos parte en vuestro reino!


¡Ojalá me soportarais un poco de locura! Como quiera que sea, soportadme.


Será tanto tu miedo y tales las cosas que verás, que por la mañana dirás: ‘¡Ojalá que ya fuera de noche!’, y por la noche: ‘¡Ojalá que ya fuera de día!’


Y aunque os hizo sufrir y pasar hambre, después os alimentó con maná, comida que ni vosotros ni vuestros antepasados habíais conocido, para haceros saber que no solo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de los labios del Señor.


Y decía Josué: –¡Ay, Señor! ¿Para qué hiciste que este pueblo pasara el río Jordán? ¿Acaso fue para entregarnos a los amorreos y que ellos nos destruyeran? ¡Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán!


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