6 El patio estaba adornado con finas cortinas blancas y azules, sujetas a unas columnas de mármol y sostenidas por cordones de lino color púrpura que pasaban por unas anillas de plata. También habían puesto divanes de oro y plata, y el suelo estaba embaldosado con piedras preciosas y nácar, y con mármol blanco y negro.
6 El pabellón era de blanco, verde y azul, tendido sobre cuerdas de lino y púrpura en anillos de plata y columnas de mármol; los reclinatorios de oro y de plata, sobre losado de pórfido y de mármol, y de alabastro y de jacinto.
6 El patio estaba elegantemente decorado con cortinas de algodón blanco y colgantes azules, sostenidos con cuerdas de lino y cintas de color púrpura que pasaban por anillos de plata incrustados en columnas de mármol. Había divanes de oro y de plata sobre un piso de mosaicos de cuarzo, mármol, nácar y otras piedras costosas.
6 Guirnaldas blancas y moradas atadas por cordones de lino y púrpura pendían de anillos de plata fijos en columnas de mármol. Sobre el pavimento de piedras seleccionadas, de mármol, de nácar y de mosaicos se habían dispuesto divanes de oro y de plata.
6 Había allí toldos de fino algodón° blanco y azul, colgados entre columnas de alabastro por aros de plata, y sujetos con cordones de lino color púrpura.° Los reclinatorios° eran de oro y plata, y estaban sobre un enlosado de pórfido y de mármol, con incrustaciones de nácar y de ónice.°
6 Lienzos blancos y morados pendían sujetos con cordones de lino y de púrpura a anillas de plata y a columnas de mármol; divanes de oro y plata se extendían sobre un pavimento de pórfido, de mármol, de alabastro y de mosaico.
Cuando el rey volvió del jardín y entró en la sala del banquete, vio a Amán de rodillas junto al diván donde se hallaba recostada Ester, y exclamó: –¿Acaso también pretendes deshonrar a la reina en mi presencia y en mi propia casa? Tan pronto como el rey hubo pronunciado estas palabras, unos oficiales de su guardia personal cubrieron la cara de Amán. Y uno de ellos, llamado Harboná, dijo: –En casa de Amán está lista una horca, como de veintidós metros de alta, que él mandó levantar para Mardoqueo, el hombre que tan buen informe dio a Su Majestad. –¡Pues colgadlo en ella! –ordenó el rey.
Mardoqueo salió del palacio vestido con una túnica real de color azul y blanco, una gran corona de oro y un manto de lino y púrpura. Toda la ciudadela de Susa dio gritos de alegría,
Tendidos sobre ropas que recibieron en prenda, participan en comidas en honor de los ídolos; con dinero de multas injustas compran vino para beberlo en el templo de su dios.
Así dice el Señor: “Así como el pastor salva de la boca del león dos patas o la punta de una oreja, así escaparán los israelitas que viven en Samaria, esos que se recuestan en lujosos divanes de Damasco.”