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Apocalipsis 8:10 - Dios Habla Hoy Versión Española

10 El tercer ángel tocó su trompeta, y una gran estrella, ardiendo como una antorcha, cayó del cielo sobre la tercera parte de los ríos, y sobre los manantiales.

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Biblia Reina Valera 1960

10 El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Entonces el tercer ángel tocó su trompeta, y una gran estrella cayó del cielo, ardiendo como una antorcha. Cayó sobre una tercera parte de los ríos y sobre los manantiales de agua.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Tocó el tercer ángel su trompeta, y una estrella grande, que parecía un globo de fuego, cayó del cielo sobre la tercera parte de los ríos y de los manantiales de agua.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 El tercer ángel tocó la trompeta, y una gran estrella,° ardiendo como una antorcha, cayó del cielo sobre la tercera parte de los ríos y sobre las fuentes de las aguas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Tocó el tercer ángel. Se desplomó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre las fuentes de las aguas.

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Apocalipsis 8:10
21 Referans Kwoze  

consultó a sus jefes civiles y militares y les propuso cegar los manantiales que había fuera de la ciudad, y ellos estuvieron de acuerdo.


También vosotros podréis ir a beber con alegría en esa fuente de salvación,


“¡Cómo caíste del cielo, lucero del amanecer! Fuiste derribado al suelo, tú que vencías a las naciones.


Morirán dos terceras partes de los que habitan en este país: solo quedará con vida la tercera parte. Y a esa parte que quede la haré pasar por el fuego, la purificaré como se purifica la plata, la afinaré como se afina el oro. Entonces ellos me invocarán y yo les contestaré. Los llamaré ‘Pueblo mío’ y ellos responderán: ‘El Señor es nuestro Dios.’ Yo, el Señor, doy mi palabra.”


“El reino de los cielos podrá entonces compararse a diez muchachas que, en una boda, tomaron sus lámparas de aceite y salieron a recibir al novio.


Jesús les dijo: –Sí, pues yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.


Son furiosas olas del mar, que arrojan como espuma sus acciones vergonzosas. Son estrellas que han perdido el rumbo y están condenadas a pasar la eternidad en la más negra oscuridad.


Este es el secreto de las siete estrellas que has visto en mi mano derecha, y de los siete candelabros de oro: las siete estrellas representan a los ángeles de las siete iglesias, y los siete candelabros representan a las siete iglesias.


Con la cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo y las lanzó sobre la tierra. El dragón se detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera.


Decía con fuerte voz: “Temed a Dios y dadle alabanza, pues ya llegó la hora en que él ha de juzgar. Adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales.”


El tercer ángel vació su copa sobre los ríos y los manantiales, y se volvieron sangre.


y las estrellas cayeron del cielo a la tierra como caen los higos verdes cuando la higuera es sacudida por un fuerte viento.


El primer ángel tocó su trompeta, y fueron lanzados sobre la tierra granizo y fuego mezclados con sangre. Se quemó la tercera parte de la tierra, junto con la tercera parte de los árboles y toda la hierba verde.


El quinto ángel tocó su trompeta, y vi una estrella que había caído del cielo a la tierra, y se le dio al ángel la llave del pozo del abismo.


Entonces fueron soltados los cuatro ángeles para que matasen a la tercera parte de la gente, pues habían sido preparados precisamente para esa hora, día, mes y año.


La tercera parte de la gente fue muerta por estas tres calamidades que brotaban de la boca de los caballos: fuego, humo y azufre.


Al oir esto, tres mil hombres de la tribu de Judá fueron a la cueva de la peña de Etam y dijeron a Sansón: –¿No sabes que los filisteos son más fuertes que nosotros? ¿Por qué nos has puesto en esta situación? Sansón les contestó: –Yo no he hecho más que pagarles con la misma moneda.


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