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Apocalipsis 15:3 - Dios Habla Hoy Versión Española

3 Y cantaban el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero. Decían: “Grande y maravilloso es todo lo que has hecho, Señor, Dios todopoderoso; rectos y verdaderos son tus caminos, oh Rey de las naciones.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 y entonaban el canto de Moisés, siervo de Dios, y el canto del Cordero: «Grandes y maravillosas son tus obras, oh Señor Dios, el Todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, oh Rey de las naciones.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Estos cantan el cántico de Moisés, servidor de Dios, y el cántico del Cordero: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios, Todopoderoso. Justicia y verdad guían tus pasos, oh Rey de las naciones.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Y cantan el cántico de Moisés,° siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: ¡Grandes y maravillosas son tus obras, Oh Señor Dios Todopoderoso; Justos y verdaderos tus caminos, Oh Rey de las naciones!°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: 'Grandes y admirables son tus obras, Señor, Dios todopoderoso; justos y verdaderos tus caminos, rey de las naciones.

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Apocalipsis 15:3
49 Referans Kwoze  

Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo: –Yo soy el Dios todopoderoso. Vive una vida sin tacha delante de mí,


Aarón y sus descendientes eran quienes quemaban las ofrendas sobre el altar del holocausto y sobre el altar del incienso. También se ocupaban de todo el servicio del Lugar Santísimo, y de obtener el perdón de los pecados de Israel, de acuerdo con todo lo que había ordenado Moisés, el siervo de Dios.


Entonces el rey llamó al sumo sacerdote Joiadá y le dijo: –¿Por qué no has procurado que los levitas traigan de Judá y Jerusalén la contribución que Moisés, siervo del Señor, y la comunidad de Israel ordenaron recoger para la tienda del pacto?


Les enseñaste también a consagrarte el sábado, y por medio de tu siervo Moisés les diste mandamientos y enseñanzas verdaderas, leyes y enseñanzas.


Todo el mundo alaba sus obras; acuérdate también tú de alabarlas.


¡Él es quien hace tantas y tan grandes maravillas, cosas que nadie es capaz de comprender!


Las cuerdas de esas naves no pueden sostener el mástil; la vela no se puede desplegar. Arrebataremos tantas riquezas a los enemigos, que hasta el ciego recibirá su parte y los lisiados se dedicarán al saqueo. Porque el Señor es nuestro juez, nuestro legislador y nuestro rey, y él nos salvará.


Hablad y presentad vuestras pruebas; consultad, si queréis, unos con otros: ¿Quién predijo estas cosas desde el principio? ¿Quién las anunció desde hace tiempo? ¿No fui acaso yo, el Señor? Y no hay Dios fuera de mí. Fuera de mí no hay Dios victorioso y salvador.


Cuando ya estaba cerca, el rey llamó con voz triste a Daniel, diciendo: –Daniel, siervo del Dios viviente, ¿pudo tu Dios, a quien sirves con tanta fidelidad, librarte de los leones?


Todo Israel desobedeció tus enseñanzas y se negó a obedecer tus órdenes; por eso han caído sobre nosotros la maldición y el juramento que están escritos en la ley de Moisés, tu siervo, porque hemos pecado contra ti.


Que los sabios y prudentes entiendan este mensaje: Los caminos del Señor son rectos y los justos los siguen, pero los malvados tropiezan en ellos.


¡Mantén, Señor, la fidelidad y el amor que en tiempos antiguos prometiste a nuestros antepasados Abraham y Jacob!


Pero el Señor está en la ciudad; él hace lo bueno, no lo malo. Cada mañana, sin falta, establece su juicio. En cambio, el malo ni siquiera conoce la vergüenza.


¡Alégrate mucho, ciudad de Sión! ¡Canta de alegría, ciudad de Jerusalén! Tu rey viene a ti, justo y victorioso, pero humilde, montado en un asno, en un burrito, cría de una asna.


Porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo.


Entonces Moisés pronunció este cántico, de principio a fin, ante todos los israelitas reunidos:


“Proclamaré el nombre del Señor: ¡reconoced la grandeza de nuestro Dios!


Así Moisés, el siervo de Dios, murió en la tierra de Moab, tal como el Señor lo había dicho,


¡Honor y gloria por siempre al Rey eterno, al inmortal, invisible y único Dios! Amén.


Así pues, Moisés, como siervo, fue fiel en toda la casa de Dios, consistiendo su servicio en dar testimonio de las cosas que Dios había de decir.


Lo único que os pido es que cumpláis fielmente el mandamiento y la ley que os dio Moisés, el siervo del Señor; es decir, que améis al Señor y Dios vuestro, que andéis siempre en sus caminos y obedezcáis sus mandatos, y que le sigáis y le sirváis con todo el corazón y con toda el alma.”


“Yo soy el alfa y la omega”, dice el Señor, el Dios todopoderoso, el que es y era y ha de venir.


diciendo: “Te damos gracias, Señor, Dios todopoderoso, tú que eres y que eras, porque has tomado tu gran poder y has comenzado a reinar.


Cantaban un nuevo canto delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Nadie podía aprender aquel canto, sino solamente los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron salvados de entre los de la tierra.


Le siguió un segundo ángel, que decía: “¡Cayó, cayó la gran Babilonia, la que emborrachó a todas las naciones con el vino de su prostitución!”


Pelearán contra el Cordero, pero el Cordero los vencerá, y con él vencerán los que Dios ha llamado y escogido y son fieles, porque el Cordero es el Señor de señores y Rey de reyes.”


En su manto y sobre el muslo llevaba escrito este título: “Rey de reyes y Señor de señores”.


porque juzga rectamente y con verdad; ha condenado a la gran prostituta que con su prostitución corrompía al mundo; ha vengado en ella la muerte de los siervos de Dios.”


Cada uno de los cuatro seres vivientes tenía seis alas, y estaba cubierto de ojos por fuera y por dentro. Y día y noche decían sin cesar: “¡Santo, santo, santo es el Señor, Dios todopoderoso, el que era y es y ha de venir!”


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