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Apocalipsis 1:18 - Dios Habla Hoy Versión Española

18 y el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre. Yo tengo las llaves del reino de la muerte.

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Biblia Reina Valera 1960

18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Yo soy el que vive. Estuve muerto, ¡pero mira! ¡Ahora estoy vivo por siempre y para siempre! Y tengo en mi poder las llaves de la muerte y de la tumba.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 el que vive. Estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos y tengo las llaves de la Muerte y de su reino.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 y el que vive, aunque estuve muerto, pero he aquí vivo por los siglos de los siglos,° y tengo las llaves de la Muerte y del Hades.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 y el que vive. Estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

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Apocalipsis 1:18
32 Referans Kwoze  

Yo sé que mi defensor vive y que él será mi abogado aquí en la tierra.


¿Has visto dónde están las puertas del tenebroso reino de la muerte?


En sus hombros pondré la llave de la casa de David; nadie podrá cerrar lo que él abra ni abrir lo que él cierre.


Y tú, Cafarnaún, ¿crees que van a levantarte hasta el cielo? ¿Hasta lo más hondo del abismo serás arrojada! Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, esa ciudad habría permanecido hasta el día de hoy.


Te daré las llaves del reino de los cielos: lo que ates en este mundo, también quedará atado en el cielo; y lo que desates en este mundo, también quedará desatado en el cielo.


Llenas de miedo se inclinaron hasta el suelo, pero aquellos hombres les dijeron: –¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?


Jesús le dijo entonces: –Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá;


Dentro de poco, los que son del mundo ya no me verán; pero vosotros me veréis, y viviréis porque yo vivo.


Sabemos que Cristo, habiendo resucitado, no volverá a morir. La muerte ya no tiene poder sobre él.


Es cierto que fue crucificado como débil, pero vive por el poder de Dios. De la misma manera, nosotros participamos de su debilidad; pero unidos a él, y por el poder de Dios, viviremos para serviros.


y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a la muerte por mí.


Pues vosotros habéis muerto, y ahora vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.


Él es el resplandor glorioso de Dios, la imagen misma del ser de Dios; y es él quien sostiene todas las cosas con su palabra poderosa. Después de limpiarnos de nuestros pecados se ha sentado en el cielo, a la derecha del trono de Dios.


Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona. Jesús sufrió en la cruz, despreciando la vergüenza de semejante muerte, porque sabía que después del sufrimiento tendría gozo y alegría; y está sentado a la derecha del trono de Dios.


Este no fue sacerdote según una ley que establece de qué familia debe venir, sino según el poder de una vida indestructible.


Por tanto, puede salvar para siempre a los que se acercan a Dios por medio de él, pues vive para siempre, para interceder por ellos delante de Dios.


y juró por el que vive para siempre, por el que creó el cielo, la tierra, el mar y todas las cosas que hay en ellos. Dijo: “Ya no habrá más demora.


Uno de los cuatro seres vivientes dio a cada uno de los siete ángeles una copa de oro llena del terrible castigo que viene de Dios, el cual vive por todos los siglos.


“Escribe también al ángel de la iglesia de Esmirna: ‘Esto dice el primero y el último, el que murió y ha vuelto a vivir:


El mar entregó sus muertos, y el reino de la muerte entregó los muertos que había en él; y todos fueron juzgados, cada uno conforme a lo que había hecho.


Después el reino de la muerte fue arrojado al lago de fuego. Este lago de fuego es la muerte segunda.


“Escribe también al ángel de la iglesia de Filadelfia: ‘Esto dice el que es santo y verdadero, el que tiene la llave del rey David, el que cuando abre nadie puede cerrar y cuando cierra nadie puede abrir:


Cada vez que esos seres vivientes dan gloria y honor y gracias al que está sentado en el trono, al que vive por todos los siglos, los veinticuatro ancianos se arrodillan ante él y le adoran, y arrojando sus coronas delante del trono, dicen:


Los cuatro seres vivientes respondían: “¡Amén!” Y los veinticuatro ancianos se pusieron de rodillas y adoraron.


Miré, y vi un caballo amarillento, y el que lo montaba se llamaba Muerte. Tras él venía el que representaba al reino de la muerte, y se les dio poder sobre la cuarta parte de la tierra para matar con guerras, hambres, enfermedades y las fieras de la tierra.


El quinto ángel tocó su trompeta, y vi una estrella que había caído del cielo a la tierra, y se le dio al ángel la llave del pozo del abismo.


El Señor quita la vida y la da; nos hace bajar al sepulcro y de él nos hace subir.


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