Ellos ofrecen al Señor, mañana y tarde, holocaustos e incienso; presentan en una mesa ritualmente pura el pan consagrado al Señor, y encienden todas las tardes las lámparas que arden en el candelabro de oro. Porque nosotros cumplimos las disposiciones del Señor nuestro Dios, mientras que vosotros le habéis abandonado.
En cierta ocasión, estando en Siló, Ana se levantó después de la comida. El sacerdote Elí estaba sentado en un sillón, cerca de la puerta de entrada del templo del Señor.