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1 Samuel 13:6 - Dios Habla Hoy Versión Española

6 Los israelitas se vieron en un grave aprieto, pues de tal manera fueron atacados por los filisteos, que tuvieron que esconderse en cuevas y hoyos, y entre las peñas, y en zanjas y pozos.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Cuando los hombres de Israel vieron que estaban en estrecho (porque el pueblo estaba en aprieto), se escondieron en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y en cisternas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Los hombres de Israel vieron el gran aprieto en el que se encontraban y, como estaban fuertemente presionados por el enemigo, trataron de esconderse en cuevas, matorrales, rocas, hoyos y cisternas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Los israelitas tuvieron que retroceder. Al verse en peligro se escondían en las cavernas, los matorrales, las rocas, las grutas y en las cisternas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Cuando los hombres de Israel se vieron en peligro (porque el pueblo estaba en grave aprieto), se ocultaron en cuevas, en matorrales, entre peñascos, en fosas y en cisternas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Cuando los israelitas se vieron en peligro, pues estaban cercados, se escondieron en las cuevas y en la maleza, en las rocas, en las fosas y en las cisternas.

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1 Samuel 13:6
18 Referans Kwoze  

David contestó a Gad: –Estoy en un grave aprieto. Ahora bien, es preferible que caigamos en manos del Señor, pues su bondad es muy grande, y no en manos de los hombres.


pero a este pueblo lo roban y saquean, a todos los han apresado en cuevas, los han encerrado en calabozos. Se apoderan de ellos, y no hay quien los libre; los secuestran, y no hay quien los rescate.”


La cisterna a la que Ismael arrojó los cadáveres de todos los hombres que había matado, era la misma que el rey Asá había mandado hacer cuando se defendía del rey Baasá de Israel. Era una cisterna muy grande, pero quedó llena con los cadáveres de la gente que Ismael había matado.


“Diles también: ‘Así dice el Señor: Juro por mi vida que los que viven en las ciudades en ruinas también serán asesinados, y a los que viven en el campo haré que se los coman las fieras, y los que viven en rocas y cuevas morirán de enfermedades.


Me es difícil decidirme por una de las dos cosas: por un lado, quisiera morir para ir a estar con Cristo, pues eso sería mucho mejor para mí;


Estos hombres, que el mundo ni siquiera merecía, anduvieron sin rumbo fijo por los desiertos, por los montes y por las cuevas y cavernas de la tierra.


Cuando los hombres de Ai volvieron atrás la mirada, vieron que el humo de su ciudad subía hasta el cielo. No tenían escapatoria por ningún lado, porque los israelitas que antes huían hacia el desierto, ahora se lanzaban al ataque.


Los amonitas cruzaron el Jordán para pelear también contra las tribus de Judá, Benjamín y Efraín, y los israelitas se vieron en muy grave apuro.


Entonces los israelitas les hicieron frente, y los benjaminitas se acobardaron al darse cuenta del desastre que se les venía encima.


Como los madianitas oprimían cada vez más a los israelitas, estos, por temor a los madianitas, se hicieron escondites en los cerros, en las cuevas y en lugares difíciles de alcanzar.


En seguida Samuel se fue de Guilgal para continuar su camino. El resto del ejército siguió a Saúl para entablar combate, y de Guilgal llegaron a Guibeá de Benjamín. Allí contó Saúl las tropas que le acompañaban, que eran unos seiscientos hombres.


Así pues, los dos dejaron que los filisteos del destacamento los vieran. Y estos, al verles, dijeron: “Mirad, los hebreos ya están saliendo de las cuevas en que se habían escondido.”


Y cuando los israelitas que se habían refugiado en los montes de Efraín supieron que los filisteos huían, se lanzaron a perseguirlos y a presentarles batalla.


Pero los habitantes de Zif fueron a Guibeá para hablar con Saúl, y le dijeron: –David está escondido en nuestro territorio, en unas fortalezas que hay en el monte de Haquilá, en Hores, al sur del desierto.


En su camino llegó a unos rediles de ovejas, cerca de los cuales había una cueva en la que estaban escondidos David y sus hombres. Saúl se metió en ella para hacer sus necesidades,


Y cuando los israelitas que vivían al otro lado del valle y al este del Jordán vieron que las tropas de Israel habían huido, y que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron las ciudades y huyeron también. Entonces los filisteos llegaron y se quedaron a vivir en ellas.


Y cuando los filisteos supieron que los israelitas estaban reunidos en Mispá, los jefes filisteos marcharon contra ellos. Los israelitas, al saberlo, tuvieron miedo


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