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1 Corintios 1:2 - Dios Habla Hoy Versión Española

2 a los hermanos de la iglesia de Dios que está en la ciudad de Corinto, santificados en Cristo Jesús y llamados a formar parte del pueblo santo junto con todos los que en cualquier otro lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro.

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Biblia Reina Valera 1960

2 a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Va dirigida a la iglesia de Dios en Corinto, a ustedes que han sido llamados por Dios para ser su pueblo santo. Él los hizo santos por medio de Cristo Jesús, tal como lo hizo con todos los que en todas partes invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y de nosotros.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 a la Iglesia de Dios que está en Corinto: a ustedes que Dios santificó en Cristo Jesús. Pues fueron llamados a ser santos con todos aquellos que por todas partes invocan el Nombre de Cristo Jesús, Señor nuestro y de ellos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 a la iglesia de Dios, que está en Corinto,° a los santificados en Jesús el Mesías, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesús, el Mesías, Señor° de ellos y nuestro.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, a los llamados a ser santos junto con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:

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1 Corintios 1:2
45 Referans Kwoze  

Luego se fue a la región montañosa que está al este de la ciudad de Betel, y allí montó su campamento. Betel quedaba al oeste de donde él había acampado, y la ciudad de Ai al este. En aquel lugar construyó Abram otro altar, e invocó el nombre del Señor.


También Set tuvo un hijo, al que llamó Enós. Desde entonces se comenzó a invocar el nombre del Señor.


Dios habló a los descendientes de Israel anunciando el mensaje de paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos.


Dios no ha hecho ninguna diferencia entre ellos y nosotros, ya que también ha purificado sus corazones por medio de la fe.


Después de esto, Pablo salió de Atenas y se fue a Corinto.


Ahora no esperes más. Levántate y bautízate invocando el nombre del Señor, para limpiarte de tus pecados.’


Y te mando a ellos para que les abras los ojos y no anden más en la oscuridad, sino en la luz; para que no sigan bajo el poder de Satanás, sino que sigan a Dios; y para que, creyendo en mí, reciban el perdón de los pecados y una herencia entre el pueblo santo de Dios.’


Al oir esto, Ananías dijo: “Señor, muchos me han hablado de ese hombre y de todos los males que ha causado en Jerusalén a tu pueblo santo.


Y ahora ha venido aquí, con autorización de los jefes de los sacerdotes, a llevarse presos a todos los que invocan tu nombre.”


Todos los que le oían se quedaban asombrados y decían: –¿No es este el que andaba persiguiendo en Jerusalén a los que invocan el nombre de Jesús? ¿No es el mismo que ha venido aquí para prenderlos y entregarlos a los jefes de los sacerdotes?


No hay diferencia entre judíos y no judíos, pues el mismo que es Señor de todos da con abundancia a cuantos le invocan.


Dios, por medio de la fe en Jesucristo, hace justos a todos los que creen. Pues no hay diferencia,


Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes le aman, de quienes él ha llamado de acuerdo con su propósito.


Pero Dios mismo os ha unido a Cristo Jesús, y ha hecho también que Cristo sea nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra liberación.


No deis mal ejemplo a nadie: ni a los judíos, ni a los no judíos, ni a los que pertenecen a la iglesia de Dios.


Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno de vosotros es una parte de él, con su propia función.


para nosotros no existe sino un solo Dios, el Padre, en quien todo tiene su origen y para quien nosotros existimos. Y hay un solo Señor, Jesucristo, por quien todas las cosas existen, y también nosotros.


Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, junto con el hermano Timoteo, a la iglesia de Dios que está en la ciudad de Corinto y a todo el pueblo santo en toda la región de Acaya.


No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor; nosotros nos declaramos simplemente servidores vuestros por amor a Jesús.


junto con todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de la provincia de Galacia.


Esto lo hizo para santificarla, purificándola con el baño del agua acompañado de la palabra


Pablo, Silvano y Timoteo a la iglesia de los tesalonicenses, que están unidos a Dios el Padre y al Señor Jesucristo. Que Dios derrame su gracia y su paz sobre vosotros.


Dios no nos ha llamado a vivir en impureza, sino en santidad.


Pablo, Silvano y Timoteo a la iglesia de los tesalonicenses, que están unidos a Dios nuestro Padre y al Señor Jesucristo.


Así pues, quiero que los hombres oren en todas partes, y que eleven sus manos a Dios con pureza de corazón y sin enojos ni discusiones.


para que, si me retraso, sepas cómo debe portarse uno en la familia de Dios, en la iglesia del Dios viviente, la cual sostiene y defiende la verdad.


Dios nos ha salvado y nos ha llamado a ser un pueblo santo, no por lo que nosotros hayamos hecho, sino porque ese fue su propósito y porque nos ama en Cristo Jesús. Dios, que nos ama desde antes que el mundo existiera,


Pero Dios ha puesto una base firme, en la cual está escrito: “El Señor conoce a los que le pertenecen”, y también: “Que se aparte de la maldad todo el que invoca el nombre del Señor”.


Huye, pues, de las pasiones de la juventud y vive con rectitud, fe, amor y paz, junto con todos los que de limpio corazón invocan al Señor.


Dios nos ha consagrado por cuanto su voluntad fue cumplida por Jesucristo al ofrecer su cuerpo en sacrificio una sola vez y para siempre.


Así también, Jesús sufrió la muerte fuera de la ciudad, para consagrar al pueblo por medio de su propia sangre.


Porque todos proceden del mismo Padre: tanto los que son consagrados como el que los consagra. Por esta razón, el Hijo de Dios no se avergüenza de llamarlos hermanos,


Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago, a los que Dios el Padre ama y ha llamado, los cuales son protegidos por Jesucristo.


En su manto y sobre el muslo llevaba escrito este título: “Rey de reyes y Señor de señores”.


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