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Salmos 57:1 - Biblia Castilian 2003

1 Del director. 'No destruyas'. De David. Miktam. En la cueva, huyendo de Saúl.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; Porque en ti ha confiado mi alma, Y en la sombra de tus alas me ampararé Hasta que pasen los quebrantos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 ¡Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia! En ti busco protección. Me esconderé bajo la sombra de tus alas hasta que haya pasado el peligro.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Piedad de mí, oh Dios, piedad de mí, pues en ti se refugia el alma mía; a la sombra de tus alas me cobijo hasta que haya pasado la tormenta.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Al director del coro. Sobre Al Tashjet.° Mictam de David, en la cueva, cuando huía de Saúl. Ten misericordia de mí, oh’ Elohim, Ten misericordia de mí, Porque en ti ha confiado mi alma, y a la sombra de tus alas me refugio hasta que pase la calamidad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Del director. 'No destruyas'. De David. Miktam. En la cueva, huyendo de Saúl.

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Salmos 57:1
34 Referans Kwoze  

Canto gradual. Quien conf a en el Se or es como el monte Sión, que no vacila, que está firme por siempre.


que no diga mi enemigo: 'Le he podido', y goce mi opresor, si yo perezco.


Maskil, de David. Cuando estaba en la cueva. Oración.


no sea que se enoje y perdáis vuestros caminos, pues su ira se enciende en un momento. ¡Dichosos los que en él buscan abrigo!


tu justicia es comparable a los más altos montes como el abismo inmenso, tus juicios. Tú socorres, Se or, a hombres y bestias:


Del director. Sobre 'La opresión de los pr ncipes lejanos'. De David. Miktam. Cuando los filisteos le ten an preso en Gat.


Del director. 'No destruyas'. De David. Miktam.


Del director. 'No destruyas'. De David. Miktam. Cuando Saúl dio orden de vigilar la casa para darle muerte.


Tú eres mi refugio, una torre maciza enfrente al enemigo.


En mi lecho te recuerdo y en las vigilias pienso en ti,


Del director. 'No destruyas'. Salmo. De Asaf. Canto.


El Se or es el torreón del oprimido, Váu su refugio en los momentos del aprieto.


El que mora al abrigo del Alt simo y a la sombra del Omnipotente se aposenta,


Con sus plumas te protege, bajo sus alas hallas un refugio por escudo y defensa su antebrazo.


Para ti el Se or es un refugio y al Alt simo tienes por defensa.


Pues aún un poco, un poquito, y mi furor se colmará. y mi ira los acabará'.


Anda, pueblo m o, entra en tus aposentos y cierra tus puertas tras de ti; escóndete apenas un momento, hasta que pase el enojo.


Quien de vosotros tema a Yahveh, escuche la voz de su Siervo. El que camine en tinieblas y no perciba ningún resplandor, conf e en el nombre de Yahveh y apóyese en su Dios.


Y si no se abreviaran aquellos d as, nadie se salvar a; pero en atención a los elegidos se abreviarán los d as aquellos.


¡Jerusalén, Jerusalén: la que mata a los profetas y apedrea a los que fueron enviados a ella! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina a sus polluelos bajo sus alas! Pero vosotros no quisisteis.


De verdad os lo aseguro: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras que el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegr a.


Pero yo suplicaba a Yahveh, diciéndole: 'Se or Yahveh, no destruyas a tu pueblo, a tu heredad, que redimiste por tu grandeza y sacaste de Egipto con mano fuerte.


Enjugará toda lágrima de sus ojos y la muerte ya no existirá, ni existirán ya ni llanto ni lamentos ni trabajos, porque las cosas de antes ya han pasado'.


Yo le respond: 'Se or m o, tú lo sabes'. Él me dijo: 'Éstos son los que vienen de la gran tribulación, han lavado sus vestidos y los han blanqueado en la sangre del Cordero.


Que Yahveh recompense tu acción y que recibas cumplida retribución de Yahveh, Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte'.


Se fue de all David y se refugió en la caverna de Adulán. Se enteraron de ello sus hermanos y todos los de su familia y bajaron all junto a él.


Saúl tomó entonces tres mil hombres escogidos de todo Israel y se fue en busca de David y de sus hombres hasta las Pe as de los Rebecos.


Llegó a unos apriscos de ovejas que hab a junto al camino. Hab a all una cueva en la que entró Saúl para satisfacer una necesidad. David y los suyos estaban sentados en el fondo de la cueva.


Y con estas palabras contuvo a sus hombres y no les permitió que se arrojaran sobre Saúl. Saúl se levantó, salió de la cueva y siguió su camino.


Pero David respondió a Abisay: 'No lo mates; pues ¿quién que haya puesto su mano sobre el ungido de Yahveh puede permanecer impune?'.


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