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Salmos 3:7 - Biblia Castilian 2003

7 Yo no temo las populosas multitudes, apostadas, en torno, contra m.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío; Porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla; Los dientes de los perversos quebrantaste.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 ¡Levántate, oh Señor! ¡Rescátame, Dios mío! ¡Abofetea a todos mis enemigos! ¡Destroza los dientes de los malvados!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 ¡Levántate, Señor! ¡Sálvame, oh Dios mío! Tú golpeas en la cara a mis enemigos y a los malvados les rompes los dientes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 ¡Levántate, oh YHVH, y sálvame Dios mío! Porque Tú eres el que golpea a todos mis enemigos en la mejilla, Y quebrantas los dientes de los malvados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Yo no temo las populosas multitudes, apostadas, en torno, contra mí.

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Salmos 3:7
17 Referans Kwoze  

Se extendió la lucha por toda aquella región, y hubo aquel d a mas gente devorada por el bosque que por la espada.


Me amenazan con la boca abierta, como ultraje golpean mi mejilla, juntos se amotinan contra m.


Romp las mand bulas al malvado, de entre los dientes le arranqué la presa.


Levántate, Yahveh, Qof eleva, Dios, tu mano.


los que dicen: 'Nuestra lengua es nuestro fuerte, los labios nos asisten, ¿quién será nuestro due o?'.


Aun cuando acampara contra m una hueste, mi corazón no temer a; aun cuando arrecie contra m el combate, aun entonces confiaré.


Despierta y recuerda, en favor de mi derecho, mi Dios y mi Se or, en defensa de mi causa.


Por tu causa, sin tregua, nos dan muerte, se nos toma por res de matadero.


para no o r la voz del hechicero o del mago perito en sortilegios.


sin culpa en m, se agitan y se aprestan: despierta, ven y ve.


mi vida languidece de temblor, y tú, Yahveh, ¿hasta cuándo?


que el enemigo me acose y que me alcance, que me arrastre por los suelos y eche a rodar mi honor por tierra. Selah


¿Por qué retiras tú la mano y retienes tu diestra en el fondo del pecho?


Desde el cielo pronuncias la sentencia, y la tierra, en temblor, guarda silencio,


¡Despierta, despierta, v stete de fuerza, brazo de Yahveh! ¡Despierta como en los d as de anta o, como en las generaciones antiguas! ¿No fuiste tú quien hendió a Ráhab, quien traspasó al dragón?


Ofrecerá la mejilla al que le hiere, se hartará de oprobios.


¡Ay de quien dice al le o: 'Despierta', a una piedra silenciosa: 'Levántate!'. ¿Responderán acaso? Mirad: está revestido de oro y plata, pero no hay en él se al de vida.


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