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Salmos 3:3 - Biblia Castilian 2003

3 cuántos los que de m dicen: No hay para él socorro en Dios. Selah

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el que levanta mi cabeza.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Pero tú, oh Señor, eres un escudo que me rodea; eres mi gloria, el que sostiene mi cabeza en alto.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Mas tú, Señor, eres mi escudo, mi gloria, el que levanta mi cabeza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Pero tú, oh YHVH, eres escudo alrededor mío, Mi gloria, y el que hace levantar mi cabeza.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 cuántos los que de mí dicen: No hay para él socorro en Dios. Selah

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Salmos 3:3
19 Referans Kwoze  

Después de estos sucesos, Yahveh dirigió la palabra a Abrán en una visión, diciéndole: 'No temas, Abrán. Yo soy tu escudo; tu recompensa será muy grande'.


Dentro de tres d as levantará el Faraón su vista hacia ti y te restablecerá en tu cargo; y volverás a poner la copa en la mano del Faraón, como acostumbrabas antes, cuando eras su copero.


No os infunda Ezequ as confianza en Yahveh, diciendo: 'Con toda certeza nos librará Yahveh, y no entregará esta ciudad en manos del rey de Asiria'.


hasta que yo venga y os lleve hacia un pa s como el vuestro, tierra de trigo y de mosto, tierra de pan y de vi as, de olivos, de aceite y de miel. As viviréis y no moriréis. No escuchéis, pues, a Ezequ as, porque os enga a cuando dice: 'Yahveh nos librará'.


En el a o treinta y siete del cautiverio de Jecon as, rey de Judá, en el duodécimo mes, el d a veintisiete del mes, Evil Merodac, rey de Babilonia, en el a o en que comenzó a reinar, indultó a Jecon as, rey de Judá, y lo sacó de la prisión.


Bebe del torrente del camino y, en seguida, yergue la cabeza.


Tú eres mi abrigo y tú mi escudo, yo f o en tu palabra.


Dijo: Yo te amo, Se or, mi fortaleza,


Y con eso se yergue mi cabeza sobre el enemigo que me cerca. Ofreceré en su tienda sacrificios jubilosos, con cantos y salmodias al Se or.


El Se or es mi fortaleza, él mi escudo, en él espero y él me ayuda: mi corazón se regocija y con mi canto le doy gracias.


¿Hasta cuándo, hijos de hombre, mi honor es deshonor, vuestro amor va a lo vac o; vuestra búsqueda al enga o? Selah


mi roca, mi socorro es sólo él, él mi fort n: no habré de sucumbir.


En tus atrios un d a vale mil: yo prefiero estar en la puerta de la casa del Se or, que habitar en las tiendas del imp o.


En Yahveh se justificará y gloriará toda la estirpe de Israel.


Ya el sol no será para ti luz de d a, y el brillo de la luna de noche no te iluminará; pues Yahveh será para ti luz eterna, y tu Dios será tu esplendor.


luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel'.


¡Dichoso tú, Israel! ¿Quién como tú, pueblo salvado por Yahveh, tu escudo protector, y cuya espada es tu exaltación? Tus enemigos simularán someterse ante ti, pero tú hollarás sus espaldas'.


Ten a la gloria de Dios. Su resplandor era semejante a una piedra precios sima, como a piedra de jaspe que emite destellos cristalinos.


La ciudad no necesita del sol ni de la luna para que la iluminen, porque la ilumina la gloria de Dios y su lámpara es el Cordero.


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