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Salmos 22:11 - Biblia Castilian 2003

11 a tu cargo quedé ya desde el seno, desde el vientre materno ya eres mi Dios.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

11 No te alejes de mí, porque la angustia está cerca; Porque no hay quien ayude.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 No te quedes tan lejos de mí, porque se acercan dificultades, y nadie más puede ayudarme.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 No te alejes de mí, que la angustia está cerca, y no hay nadie que pueda ayudarme.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 No te alejes de mí, porque la angustia está cerca, Porque no hay quien ayude.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 a tu cargo quedé ya desde el seno, desde el vientre materno ya eres mi Dios.

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Salmos 22:11
18 Referans Kwoze  

pues Yahveh hab a visto la aflicción y la gran amargura de Israel, ya que no hab a esclavos ni libres, ni nadie que pudiera socorrer a Israel.


¿Por qué, Se or, te tienes a distancia, Lamed te inhibes en los momentos del aprieto?


Tú, Se or, que lo ves, no estés callado, mi Se or, no te tengas a distancia.


Los que pagan mal por bien me son hostiles, por buscar yo lo que es bueno.


No ocultes a tu siervo tu presencia, pues estoy en la angustia; respóndeme de prisa.


No te estés, oh Dios, alejado de m, date prisa en ayudarme.


En ti me apoyo desde el seno, desde el vientre materno eres tú mi sostén, tú, el objeto perenne de mi canto.


Él habrá de liberar al pobre que suplica, al afligido y al que carece de socorro;


Miré, y nadie me ayudaba, me asombré de que nadie me apoyase; entonces me salvó mi brazo, y fue mi furor el que me apoyó;


Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas'. Y, en aquel momento, todos los disc pulos lo abandonaron y huyeron.


Y él de nuevo negó con juramento: '¡Que no conozco a ese hombre!'.


Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar: '¡Que no conozco a ese hombre!'. Y en aquel momento cantó un gallo.


Mirad: llega la hora - o mejor: ya ha llegado - en que seréis dispersados cada uno por su lado y me dejaréis solo; aunque no estoy solo, porque el Padre está conmigo.


Cuando Yahveh haga justicia a su pueblo y tenga piedad de sus siervos; cuando vea que les faltan las fuerzas y que no hay ya ni esclavo ni libre,


Cristo, en los d as de su vida mortal, presentó, a gritos y con lágrimas, oraciones y súplicas al que pod a salvarlo de la muerte, y fue escuchado en atención a su piedad reverencial.


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