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Salmos 18:4 - Biblia Castilian 2003

4 Yo clamo al Se or, el adorable, y de mis enemigos seré salvo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 Me rodearon ligaduras de muerte, Y torrentes de perversidad me atemorizaron.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Me enredaron las cuerdas de la muerte; me arrasó una inundación devastadora.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Las aguas de la muerte me envolvían, los torrentes devastadores me aterraban;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Me rodearon los lazos de la Muerte, Sentí el espanto de los torrentes de Belial.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Yo clamo al Señor, el adorable, y de mis enemigos seré salvo.

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Salmos 18:4
18 Referans Kwoze  

Luego, tras haber deliberado con el pueblo, designó a los que hab an de cantar a Yahveh y entonarle alabanzas, los cuales, revestidos de ornamentos sagrados, salieron al frente de la tropa, diciendo: 'Alabad a Yahveh, porque es eterna su misericordia'.


Y en el momento en que ellos comenzaban las aclamaciones y las alabanzas, Yahveh suscitó discordias entre los amonitas, los moabitas y los del monte Se r, que ven an contra Judá, y fueron derrotados.


Cuando lazos de muerte me acordonan y angustias de seol me dan alcance, cuando me hallo en pesar y en aflicción,


ya nos hubieran las aguas inundado, el torrente pasado sobre nuestras vidas;


Mi garganta está, como una teja, seca y mi lengua, pegada al paladar: me has reducido a polvo inanimado.


Estarán aterrados, espasmos y dolores les asaltarán, se retorcerán como parturientas. Unos a otros se mirarán espantados, rostros de llamas serán sus rostros.


Todav a estaba él hablando cuando llegó Judas, uno de los Doce, acompa ado de gran tropel de gente con espadas y palos, enviados por los pont fices y los ancianos del pueblo.


Entonces dijo Jesús a la gente: '¿Como a un ladrón habéis salido con espadas y palos a prenderme? D a tras d a estaba yo sentado en el templo ense ando, y no me arrestasteis.


Se alborotó la ciudad entera y se produjo una manifestación popular que, apoderándose de Pablo, lo arrastraba fuera del templo. En seguida cerraron las puertas.


Tuvimos dentro de nosotros mismos la sentencia de muerte para que no confiemos en nosotros mismos, sino en el Dios que resucita a los muertos.


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