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Proverbios 8:34 - Biblia Castilian 2003

34 Feliz el hombre que me escucha vigilando a mis puertas cada d a, guardando los dinteles de mi entrada; (32b) felices los que guardan mis caminos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

34 Bienaventurado el hombre que me escucha, Velando a mis puertas cada día, Aguardando a los postes de mis puertas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 ¡Alegres son los que me escuchan, y están atentos a mis puertas día tras día, y me esperan afuera de mi casa!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 Feliz el que me escucha, que aguarda cada día junto a mi puerta y permanece a la espera, en el umbral.

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 ¡Cuán bienaventurado es el hombre que me escucha, Vigilando en mis portones cada día, Aguardando en el umbral de mis entradas!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 Feliz el hombre que me escucha vigilando a mis puertas cada día, guardando los dinteles de mi entrada;

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Proverbios 8:34
17 Referans Kwoze  

¡Dichosa tu gente y dichosos tus servidores que están continuamente en tu presencia y escuchan tu sabidur a!


Una cosa yo pido del Se or, una cosa suplico: habitar en la casa del Se or, todos los d as de mi vida, para contemplar la belleza del Se or al visitar su templo.


Mira, oh Dios, nuestro escudo, mira la faz de tu ungido.


Germinarán los justos como palmas, se erguirán como los cedros en el L bano.


Tomaréis la sangre y rociaréis con ella las dos jambas y el dintel de las casas donde se va a comer.


clama en los lugares concurridos, en las puertas de entrada a la ciudad pronuncia sus discursos:


¡Feliz el hombre que halló sabidur a, el hombre que adquirió inteligencia!


Es árbol de vida para quien la alcanza: dichoso será quien la consiga.


En resumen, todo aquel que oye estas palabras m as y las pone en práctica se parecerá al hombre sensato que construyó su casa sobre la roca.


Ambos eran realmente rectos ante Dios y llevaban una conducta intachable en conformidad con todos los mandamientos y órdenes del Se or.


Ten a ella una hermana, llamada Mar a, la cual, sentada a los pies del Se or, escuchaba su palabra.


Pero él contestó: 'Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan'.


Se aten an con constancia a la ense anza de los apóstoles y a la comunión fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones.


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