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Oseas 9:8 - Biblia Castilian 2003

8 Junto a la tienda del profeta esp a Efra n: es lazo de pajarero en todos sus caminos, hostilidad en la casa de su Dios.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 Atalaya es Efraín para con mi Dios; el profeta es lazo de cazador en todos sus caminos, odio en la casa de su Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 El profeta es un centinela sobre Israel para mi Dios, sin embargo, dondequiera que va le tienden trampas. Hasta en la casa de Dios enfrenta hostilidad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Efraím monta guardia ante mi Dios y el profeta trata de impedir que el enemigo llegue de sorpresa, anunciando el ataque contra el templo de sus ídolos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Y el vidente de Efraín profetiza sin contar con su Dios; Es trampa de furtivo en sus caminos, Y subversión en la Casa de su Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Junto a la tienda del profeta espía Efraín: es lazo de pajarero en todos sus caminos, hostilidad en la casa de su Dios.

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Oseas 9:8
42 Referans Kwoze  

El as, el tesbita, de Tisbé de Galaad, dijo a Ajab: '¡Vive Yahveh, Dios de Israel, a quien sirvo, que en estos a os no ha de haber roc o ni lluvia, sino por orden m a'.


Después de mucho tiempo, en el a o tercero, habló Yahveh a El as y le dijo: 'Vete a ver a Ajab, porque voy a enviar lluvia sobre la haz de la tierra'.


Ahora, manda reunir en torno m o a todo Israel en el monte Carmelo, as como a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal que comen a la mesa de Jezabel'.


Sedec as, hijo de Quenaaná, se hab a hecho unos cuernos de hierro y exclamaba: 'As habla Yahveh: con éstos acornearás a los arameos hasta aniquilarlos'.


Respondió él: 'Saldré y me haré esp ritu de mentira en boca de todos sus profetas'. Dijo Yahveh: 'Tú conseguirás seducirlo. Sal, y hazlo as '.


Contestó Miqueas: 'Si tú vuelves en paz, es que Yahveh no ha hablado por m '.


Reunió el rey de Israel a los profetas, unos cuatrocientos, y les preguntó: '¿Debo ir a atacar a Ramot de Galaad o debo renunciar?'. Y le respondieron: 'Sube; que el Se or la entregará en manos del rey'.


Y sucedió que, estando unos hombres enterrando a un muerto, vieron que ven a una de aquellas bandas. Arrojaron al muerto en el sepulcro de Eliseo y escaparon. Al contacto con los huesos de Eliseo, aquel hombre recobró la vida y se puso en pie.


Tomó el manto de El as que se le hab a ca do de encima y golpeó con él las aguas, diciendo: '¿Dónde está Yahveh, Dios de El as?'. Y al golpear las aguas, éstas se dividieron a un lado y a otro, y pasó Eliseo.


Se dirigió él luego hacia el manantial de las aguas y arrojó en él la sal, al tiempo que dec a: 'As habla Yahveh: voy a sanear estas aguas, para que nunca más salga de ellas muerte ni esterilidad'.


Él dijo entonces: 'Traedme harina'. Y la echó en la olla. Luego dijo: 'Servid a la gente y que coman'. Y no hubo ya nada malo en la olla.


Respondió el criado: '¿Qué voy a dar con esto a cien hombres?'. Replicó él: 'Dáselo a la gente para que coma, porque esto dice Yahveh: 'Comerán y sobrará''.


Bajó, pues, y se sumergió en el Jordán siete veces, conforme a la indicación del varón de Dios; y su carne se tornó como la de un ni o peque o y quedó limpio.


Pero la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre'. Y salió de su presencia leproso, blanquezino como la nieve.


El oficial hab a respondido al varón de Dios: 'Aunque Yahveh hiciera ventanas en el cielo, ¿podr a suceder tal cosa?'. Pero Eliseo le hab a replicado: 'Con tus propios ojos lo verás, pero no lo comerás'.


Pero el oficial, sobre cuyo brazo se apoyaba el rey, contestó al varón de Dios: 'Aunque Yahveh hiciera ventanas en el cielo, ¿podr a suceder tal cosa?'. Respondió Eliseo: 'Con tus propios ojos lo verás, pero no lo comerás'.


Nuestra vida es como el pájaro que escapa de la red del pajarero: al romperse la red, nosotros escapamos.


El hombre desconoce su hora: como los peces capturados en la red o los pájaros presos en el lazo, as son atrapados los hombres por la desventura cuando cae sobre ellos de improviso.


Tropecé con los guardias, los que rondan la ciudad. ¿Habéis visto al amado de mi alma?


Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas; ni de d a ni de noche, nunca jamás callarán. Vosotros, que recordáis a Yahveh, no os concedáis reposo.


Yo era como manso cordero que se lleva al matadero; no sab a que contra m urd an intrigas: Destruyamos el árbol con su fruto, cortémosle de la tierra de los vivos y que no se miente más su nombre.


Yo repliqué: '¡Ah Se or, Yahveh! Mira que los profetas les dicen: no veréis la espada, ni tendréis hambre; sino que os daré la paz segura en este lugar'.


En los profetas de Samar a observé necedad: profetizaban por Baal y descarriaban a mi pueblo Israel.


Porque llega el d a en que gritan los centinelas en la monta a de Efra n: '¡Levantaos! ¡Subamos a Sión a Yahveh, nuestro Dios!''.


Curan a la ligera la herida de mi pueblo, diciendo: 'Va todo muy bien', cuando todo va mal.


Puse sobre vosotros centinelas: Estad atentos al sonido de la trompeta. Pero ellos dijeron: 'No queremos atender'.


Tus profetas tuvieron para ti Nun visiones enga osas y necias. No te descubrieron tu pecado, de modo que cambiara tu suerte; te hicieron vaticinios falaces e ilusorios.


Fue as por los pecados de sus profetas, Mem por las iniquidades de sus sacerdotes, que derramaron en medio de ella la sangre de inocentes.


'Hijo de hombre, te hago centinela de la casa de Israel, para que, cuando oigas de mi boca una palabra, les avises de mi parte.


'Pues bien, hijo de hombre, yo te he nombrado centinela de la casa de Israel, para que, cuando oigas una palabra de mi boca, les avises de mi parte.


Escuchad esto, sacerdotes, atiende, casa de Israel, óyelo, casa real: sois vosotros los llamados a juicio, porque fuisteis lazo en Mispá, y red tendida en el Tabor.


Llegan los d as del castigo, llegan los d as de la venganza. ¡Que lo sepa la gente de Israel! ¡Es un loco el profeta, desvar a este inspirado! Por la magnitud de tus iniquidades, por tu gran hostilidad en contra de él.


Llegaron al fondo de la corrupción como en los d as de Guibeá; Yahveh recuerda su culpa, castigará sus pecados.


Su bondad es como una zarza, su justicia como un seto de espinas. Es el d a que anunciaron tus centinelas: tu castigo ha llegado. ¡Ahora será el momento de su confusión!


Si yo no hubiera hecho entre ellos obras que ningún otro ha realizado no ser an culpables; ahora, aunque las han visto, nos han odiado tanto a m como a mi Padre.


Pero, si la verdad de Dios, gracias a mi mentira, salió ganando más para su gloria, ¿por qué yo voy a ser juzgado todav a como pecador?


Confiad en quienes os dirigen y obedecedles, pues ellos velan por vuestras almas sabiendo que tienen que rendir cuentas. As esto será para ellos tarea gozosa, y no llena de angustia, lo cual ser a perjudicial para vosotros.


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