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Oseas 11:8 - Biblia Castilian 2003

8 ¿Cómo podré yo abandonarte, Efra n; cómo entregarte, Israel? ¿Cómo podré yo dejarte como a Admá, ni hacerte semejante a Sebo n? Mi corazón se remueve dentro de m, a la vez que se conmueven mis entra as.

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Biblia Reina Valera 1960

8 ¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 »Oh, Israel, ¿cómo podría abandonarte? ¿Cómo podría dejarte ir? ¿Cómo podría destruirte como a Adma o demolerte como a Zeboim? Mi corazón está desgarrado dentro de mí y mi compasión se desborda.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 ¿Cómo voy a dejarte abandonado, Efraím? ¿Cómo no te voy a rescatar, Israel? ¿Será posible que te abandone como a Adma o que te trate igual que a Seboím? Mi corazón se conmueve y se remueven mis entrañas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Pero, ¿cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Cómo podré entregarte, oh Israel? ¿Te dejaré acaso como Adma? ¿Te trataré como a Zeboim?° Me da un vuelco el corazón, se me conmueven las entrañas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 ¿Cómo podré yo abandonarte, Efraín; cómo entregarte, Israel? ¿Cómo podré yo dejarte como a Admá, ni hacerte semejante a Seboín? Mi corazón se remueve dentro de mí, a la vez que se conmueven mis entrañas.

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Oseas 11:8
38 Referans Kwoze  

Salieron entonces el rey de Sodoma, el de Gomorra, el de Admá, el de Sebo n, el de Bela (es decir, Sóar) y presentaron batalla, en el valle de Sid n:


Pero cuando el ángel iba a extender su mano contra Jerusalén para destruirla, se arrepintió Yahveh del mal y dijo al ángel que exterminaba al pueblo: '¡Basta ya! ¡Retira tu mano!'. El ángel de Yahveh estaba entonces junto a la era de Arauná, el jebuseo.


Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, dirigiéndose al rey, porque se le hab an conmovido las entra as por su hijo, le dijo: '¡Por favor, se or m o! Entregadle a ésta el ni o vivo, pero no lo matéis'. Por el contrario, la otra dec a: 'No será para m, ni para ti; que lo partan'.


Pero Yahveh tuvo piedad y misericordia de ellos y se volvió hacia ellos a causa de su alianza con Abrahán, Isaac y Jacob. Por eso no quiso destruirlos ni arrojarlos de su presencia hasta hoy.


Yahveh, Dios de sus padres, les envió mensajeros sin cesar, porque sent a compasión por su pueblo y por su morada.


Recordó su alianza, tuvo compasión por su inmenso su amor,


Por eso mis entra as, por Moab, resuenan como c tara, y todo mi interior por Quir Jeres.


Mira desde el cielo y observa desde tu santa y gloriosa morada: ¿dónde está tu celo y tu fuerza? ¿La ternura de tus entra as y tu compasión por m se han detenido?


pero si esta nación contra la cual yo hab a hablado se convierte de su maldad, entonces me arrepiento del mal que hab a planeado hacerle.


Ve y proclama estas palabras hacia el norte y di: Conviértete, apóstata Israel - oráculo de Yahveh -; no os miraré con rostro airado, pues soy misericordioso - oráculo de Yahveh -; no estaré siempre enojado.


¿Es Efra n para m un hijo tan querido o un ni o de tal predilección que siempre que hablo de él' lo recuerdo más aún? Por eso se conmueven por él mis entra as y tengo que compadecerme de él' - oráculo de Yahveh -.


Si os quedáis en este pa s, os edificaré y no os arrasaré, os plantaré y no os arrancaré, porque me arrepiento del mal que os he hecho.


Por eso as dice Yahveh Sebaot: 'Aqu estoy: voy a acrisolarlos y probarlos. ¿Qué otra cosa puedo hacer con la hija de mi pueblo?


Saeta mort fera es su lengua, enga o son las palabras de su boca. Habla amablemente con su amigo, pero a escondidas le pone una emboscada. Su lengua es flecha mort fera, las palabras de su boca son mentira; ofrecen saludo de paz al prójimo mientras por dentro le maquinan asechanzas


¡Mira, Yahveh, cuán angustiada estoy! Res Me hierven las entra as, mi corazón se retuerce en mi interior, porque he sido muy rebelde. Por fuera hace estragos la espada, por dentro es como la muerte.


Si aflige, también se apiada, por su inmensa bondad.


No castiga por capricho ni aflige a los hijos del hombre.


Diles: por mi vida - oráculo del Se or Yahveh -, que no me complazco en la muerte del malvado, sino en que el malvado se convierta de su conducta y viva. Convert os, convert os de vuestra mala conducta. ¿Por qué queréis morir, casa de Israel?'


entonces vuestros evadidos se acordarán de m en medio de las naciones adonde habrán sido deportados, después que yo haya quebrantado el corazón que se prostituyó apartándose de m y los ojos que se prostituyeron yendo tras sus dolos; y se sentirán asqueados de s mismos por las maldades que cometieron con tantas abominaciones.


¿Qué debo hacer por ti, Efra n? ¿Qué debo hacer por ti, Judá? Vuestro amor es como nube matinal, como roc o que temprano se disipa.


cuando yo quer a curar a Israel, se reveló la iniquidad de Efra n y la maldad de Samar a: pues cometen fraudes, el ladrón entra en la casa y en la calle saquean los bandidos.


Os derribé como Dios derribó a Sodoma y a Gomorra, y fuisteis como tizón sacado del incendio, pero no habéis vuelto a m - oráculo de Yahveh -.


Yahveh se arrepintió: 'No sucederá', dijo Yahveh.


Yahveh se arrepintió: 'Tampoco esto sucederá' - dijo el Se or Yahveh -.


Él se mantendrá firme, pastoreará con el poder de Yahveh y con la majestad del nombre de Yahveh su Dios. Ellos vivirán seguros, porque entonces extenderá su poder hasta los confines de la tierra.


Por eso, juro por mi vida - oráculo de Yahveh Sebaot, Dios de Israel -: Moab será como Sodoma, los hijos de Amón como Gomorra: campo de ortigas, mina de sal, desolación eterna. El resto de mi pueblo los saqueará, el residuo de mi nación los heredará.


¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que han sido enviados a ella! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne a [sus] polluelos bajo sus alas! Pero no habés querido.


'Azufre, sal, tierra calcinada es toda esta tierra; no podrá sembrarse ya más; nada brotará en ella ni crecerá hierba alguna, como en la catástrofe de Sodoma y Gomorra, de Admá y Sebo n, que asoló Yahveh en su cólera y en su furor'.


Y todas las naciones exclamarán: '¿Por qué Yahveh ha tratado as a esta tierra? ¿Qué significa el ardor de esta gran cólera?'.


Cuando Yahveh haga justicia a su pueblo y tenga piedad de sus siervos; cuando vea que les faltan las fuerzas y que no hay ya ni esclavo ni libre,


Condenó a la destrucción a las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a ceniza y ofreciendo un ejemplo para imp os venideros.


Y de igual modo, también Sodoma y Gomorra y las ciudades circunvecinas sirven de escarmiento y sufren el castigo de un fuego eterno, porque, lo mismo que ellos, se entregaron a la prostitución y a los vicios contra la naturaleza.


Sus cadáveres quedarán tendidos en la plaza de la gran ciudad que simbólicamente se llaman Sodoma y Egipto, donde también su Se or fue crucificado.


y clamaron al contemplar la humareda de su incendio: '¿Qué ciudad semejante a la gran ciudad?'.


Retiraron entonces a los dioses extra os de en medio de ellos y sirvieron a Yahveh, quien no pudo ya soportar las penalidades de Israel.


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