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Números 10:29 - Biblia Castilian 2003

29 Moisés dijo a Jobab, hijo de Reuel, el madianita, cu ado de Moisés: 'Vamos hacia el pa s del que Yahveh ha dicho: 'Yo os lo daré'. Ven con nosotros. Te trataremos bien, pues Yahveh ha prometido el bienestar a Israel'.

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Biblia Reina Valera 1960

29 Entonces dijo Moisés a Hobab, hijo de Ragüel madianita, su suegro: Nosotros partimos para el lugar del cual Jehová ha dicho: Yo os lo daré. Ven con nosotros, y te haremos bien; porque Jehová ha prometido el bien a Israel.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

29 Un día Moisés le dijo a su cuñado Hobab, hijo de Reuel, el madianita: —Vamos en camino al lugar que el Señor nos prometió, porque él nos dijo: “Yo se lo daré a ustedes”. Ven con nosotros y te trataremos bien, porque el Señor ha prometido maravillosas bendiciones para Israel.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

29 Moisés dijo a Jobab, hijo de Raguel el madianita, su suegro: 'Nosotros partimos para el lugar que Yavé nos prometió que nos daría: ¡ven pues con nosotros! Te trataremos bien porque Yavé prometió que le haría el bien a Israel.

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La Biblia Textual 3a Edicion

29 Para ese entonces Moisés dijo a Hobab, hijo de Rehuel° madianita, suegro de Moisés: Estamos de partida hacia el lugar del que YHVH ha dicho que nos daría. Ven con nosotros y te trataremos bien, porque YHVH ha prometido el bien a Israel.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

29 Moisés dijo a Jobab, hijo de Reuel, el madianita, cuñado de Moisés: 'Vamos hacia el país del que Yahveh ha dicho: 'Yo os lo daré'. Ven con nosotros. Te trataremos bien, pues Yahveh ha prometido el bienestar a Israel'.

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Números 10:29
31 Referans Kwoze  

Se apareció Yahveh a Abrán, y le dijo: 'A tu posteridad daré yo esta tierra'. Y Abrán edificó all un altar a Yahveh que se le hab a aparecido.


pues te daré a ti y a tu posteridad para siempre todo el pa s que tú divisas,


En aquel d a hizo Yahveh alianza con Abrán, diciéndole: 'A tu posteridad entrego yo esta tierra desde el torrente de Egipto hasta el gran r o, el r o Éufrates:


Te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra por donde caminas como peregrino, todo el pa s de Canaán en propiedad perpetua. Y yo seré su Dios'.


L brame, te ruego, de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, pues temo que llegue y me ataque, y no perdone a la madre ni a los hijos.


Salmo. Para acción de gracias. Aclamad al Se or, toda la tierra,


El ángel del Se or acampa en torno Jet de los que le temen, y los salva.


Venid, cantemos al Se or, aclamemos la roca de nuestra salvación.


Yetró, sacerdote de Madián, suegro de Moisés, oyó todo lo que hab a hecho Dios en favor de Moisés y de Israel, su pueblo, cuando Yahveh hizo salir a Israel de Egipto.


Después Yetró, suegro de Moisés, ofreció un holocausto y sacrificios a Dios. Vino Aarón, y con él todos los ancianos de Israel, para tomar parte en la comida con el suegro de Moisés en presencia de Dios.


Después Moisés despidió a su suegro, que regresó a su tierra.


Cuando volvieron ellas junto a Reuel, su padre, les dijo éste: '¿Cómo ven s hoy tan pronto?'.


Moisés accedió a morar con aquel hombre, el cual le dio por mujer a su hija Séfora.


Apacentaba Moisés el reba o de Yetró, su suegro, sacerdote de Madián. Trashumando con el reba o por el desierto, llegó hasta la monta a de Dios, Horeb.


He bajado para liberarlo de la mano de los egipcios y subirlo de ese pa s a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel, al lugar donde viven los cananeos, los hititas, los amorreos, los perizeos, los jiveos y los jebuseos.


Además, establec con ellos mi pacto, para darles la tierra de Canaán, la tierra de sus peregrinaciones, en la que resid an como extranjeros.


vendrán pueblos numerosos y dirán: 'Venid, subamos a la monta a de Yahveh, al templo del Dios de Jacob, para que nos ense e sus caminos y sigamos sus senderos'. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh.


Preguntarán por Sión con sus rostros dirigidos hacia ella: Venid, unámonos a Yahveh con una alianza eterna, inolvidable.


Éste era el orden de marcha de los israelitas, con sus escuadras, cuando emprend an el camino.


No es Dios un hombre que pueda mentir, ni hijo de hombre que deba retractarse. ¿Es que él dice y no hace? ¿Es que él promete y no cumple?


Y no se le dio parte en ella ni para asentar un pie, sino que le prometió dársela en posesión a él y a su posteridad después de él, aunque no ten a hijos.


Yahveh, tu Dios, volverá a traerte al pa s que poseyeron tus padres y tú lo poseerás; te favorecerá y te multiplicará más que a tus padres.


Guardarás, pues, sus preceptos y sus mandamientos, que hoy yo te prescribo, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y para que se alarguen los d as de tu permanencia sobre el suelo que Yahveh, tu Dios, te da para siempre.


con la esperanza de una vida eterna, prometida desde antes de los siglos por el Dios que nunca miente


para que por estas dos cosas irrevocables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos poderoso aliento los que nos acogemos a él, para asirnos a la esperanza que se nos presenta.


El Esp ritu y la esposa dicen: 'Ven'. El que oiga, diga: 'Ven'. Quien tenga sed, que se acerque. El que quiera, tome gratis del agua de la vida.


Los hijos de Jobab, el quenita, suegro de Moisés, subieron con los hijos de Judá desde la ciudad de las Palmeras al desierto que está al sur de Arad, y fueron a habitar con los amalecitas.


Jéber, el quenita, se hab a separado de Ca n, de los hijos de Jobab, suegro de Moisés, y hab a plantado su tienda junto al encinar de Saanan n, que está cerca de Cades.


Saúl dijo a los quenitas: 'Id, retiraos y salid de en medio de los amalecitas, no sea que os haga desaparecer con ellos; pues vosotros tratasteis bien a todos los israelitas cuando sub an de Egipto'. Los quenitas se apartaron de los amalecitas.


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